En el verano de 1975, el hungaro Emil Osterreicher, secretario técnico del Valencia CF, viajó a sudamérica junto con Sánchez-Lage en busca de futbolistas de calidad para apuntalar la reconstrucción del fallido proyecto de la temporada anterior que finalizó con el cese de Milovan Ciric y la llegada de Dragoljub Milosevic. Para sorpresa de propios y extraños, el último día de julio se incorporaron a la concentración del equipo en Elche dos jugadores paraguayos a modo de prueba. Según publicaba la agencia periodística Alfil: «se hallan sometidos a prueba dos nuevos jugadores, uno llamado Ocampos y el otro es uruguayo, de los que no se dan más referencias, respecto a este último, ni siquiera el secretario técnico del club, Emil Osterreicher, conocía el nombre». Ese otro jugador era Óscar Roberto Lleida, procedente, como su compañero, del Presidente Hayes, un modesto club del barrio de Tacumbú, en Asunción. Fue, sin lugar a dudas, una de las operaciones más estrambóticas en la historia del club.

Óscar Roberto Lleida era un centrocampista de brega, el clásico mediocentro sudamericano que aportaba músculo y lucha en la medular. Pese a tener sólo 21 años, tenía una muy buena actitud sobre el campo, pero el técnico serbio le hizo estrenarse antes de tiempo, sin apenas haberse adaptado al equipo y al fútbol español, en la segunda jornada de Liga contra el Hércules en Alicante. El partido fue desastroso en todos los aspectos, pero aún fue peor el siguiente, contra el Betis en Mestalla. El experimento finalizó con sendas derrotas y una bronca apoteósica en Mestalla que terminó con Lleida y Ocampos fuera del equipo. El proyecto terminó de forma catastrófica, con el entrenador, los secretarios técnicos y el presidente fuera del club tras el primer mes de competición.

Pese a su buena actitud y voluntad en los entrenamientos, Manolo Mestre no volvió a contar con Lleida a lo largo de la temporada, por lo que, finalizada la misma, aceptó salir cedido al Castellón, donde completó un buena temporada como mediocentrodefensivo. En la capital de La Plana se convirtió en titular indiscutible, marcando cuatro goles en 34 partidos en la categoría de plata. Finalizado el curso del 77, Lleida regresó al Valencia para defender la camiseta del Mestalla antes de volver a Paraguay, donde se le perdió la pista.