Nacido en Requena y criado en la cantera del Levante, Rafael Luján destacó sobremanera con el equipo azulgrana en la Tercera División, convirtiéndose en una de las perlas más codiciadas del fútbol valenciano. El Real Madrid se adelantó a todos y se lo llevó a Chamartín, pero su experiencia en la capital fue frustrante ya que no llegó a debutar con el primer equipo. Buscó mejor fortuna en la Real Balompédica Linense, donde relanzó su carrera, y fue en el verano de 1945 cuando Luis Colina se acordó de él y lo trajo de vuelta a casa. Eduardo Cubells le alineó de extremo titular en el estreno liguero contra el Atlético Aviación debido a una lesión de Epi, y el ariete no defraudó, impactando a los aficionados con dos goles de bandera, una velocidad endiablada y muchas ganas de triunfar en Mestalla.

Luján jugó 14 partidos de Liga en los que marcó 4 goles, pero la competencia con Epi era muy difícil de vencer. Pese a que podía jugar con efectividad en ambas bandas, Pasarín no quiso saber de él durante todo el curso del 47, el cual Rafael pasó totalmente en blanco. Decidió marcharse al Gimnástico de Tarragona, que por aquellos tiempos militaba en la máxima categoría, pero una lesión muy grave terminó por truncar su carrera deportiva al poco tiempo de marchar.