Cuando Luis Aragonés se trajo a «Gabi» Moya al Valencia, nadie le discutió la decisión. Llegó a Mestalla un futbolista experimentado, cumplida la treintena, y que después de diez temporadas en Primera, con una media de 30 partidos por año, había sido cinco veces internacional absoluto. El equipo valencianista acababa de proclamarse subcampeón de Liga, por lo que cualquier decisión del técnico madrileño sería aceptada sin duda alguna. Aragonés y él se conocían bien, ya que habían coincidido durante dos campañas en el Atlético de Madrid y otras dos en el Sevilla. Moya aterrizaba en la ciudad del Turia para aportar experiencia y calidad. Sin embargo, la repentina salida del técnico madrileño y la llegada de Jorge Valdano le dejaron en fuera de juego, por lo que tras haber aportado 44 partidos oficiales y 9 goles, marchó junto a una gran cantidad de compañeros al Mallorca de Héctor Cúper en un éxodo sin precedentes.

Moya nació en la localidad madrileña de Alcalá de Henares, donde se formó futbolísticamente llegando a debutar en Segunda División B con la Real Sociedad Deportiva a los 18 años de edad. Jugó dos excelentes campañas (16 goles en 66 partidos) como centrocampista ofensivo y, tras perder la categoría en el verano de 1986, Moya dio el salto a Primera División para defender la camiseta del Real Valladolid durante 5 exitosas campañas, en las que disputó 149 partidos, marcó 23 goles, logró un subcampeonato de Copa, debutó en competición europea (Recopa de Europa) y debutó con la selección española. Una admirable trayectoria que le llevó a fichar por el Atlético de Madrid en julio de 1991. Titular indiscutible con el conjunto colchonero, Moya conquistó la Copa del Rey bajo las órdenes de Aragonés en su primera campaña, completando 67 partidos y anotando 13 goles.

En el verano de 1993, Moya marchó al Sevilla junto a Luis Aragonés. Allí vivió tres buenas campañas, en las que disputó 126 encuentros y marcó 24 tantos. Después llegó la mencionada estancia en Valencia, donde se acreditó como un punta veloz, de fútbol alegre y arranque explosivo, siendo el jugador más en forma del equipo durante el primer tramo de la Liga y con actuaciones memorables como la eliminatoria de Copa de la UEFA contra el Bayern de Munich. Tras su breve estancia en Mallorca (25 partidos y 3 goles), regresó a un necesitado Sevilla para devolverlo a Primera División. Gabi Moya colgó sus botas en el verano de 2000, tras haber disputado un total de 472 partidos oficiales y haber marcado 83 goles. Una carrera espectacular en el fútbol de élite.