José Pérez Serer, conocido futbolísticamente como «Pep» Serer, nació en la localidad castellonense de Quart de les Valls y se formó como defensa central en las categorías inferiores del Villarreal CF, destacando por sus condiciones físicas y su polivalencia para cualquier posición en la zaga del equipo. Su potencial hizo que llamara la atención de los ojeadores del FC Barcelona, que lo incorporaron al Barcelona Atlético en 1987, cuando el jugador tenía 21 años. El filial del Barça militaba entonces en Segunda División, y Pep disputó un total de 64 partidos en dos años, en los que marcó cuatro goles y llegó a debutar con el primer equipo en partido de Liga contra el Zaragoza, disputado el 30 de octubre de 1988 en el Camp Nou.

Finalizada la campaña, Serer marchó al RCD Mallorca en busca de mayores posibilidades de juego. Lo consiguió, ya que se afianzó en el club mallorquín como titular durante cuatro cursos. Disputó un total de 69 partidos en Primera durante sus tres primeras campañas, pero en 1992 el equipo descendió a Segunda División. Serer se quedó, y jugó 31 partidos en la temporada 1992-1993, pero no se logró el ascenso. Ese verano, el Valencia buscaba un defensa fiable y con experiencia para suplir la marcha de Voro al Deportivo y Serer no se lo pensó dos veces.

Llegó a Mestalla un central experimentado, acostumbrado a la batalla y que no eludía el contacto físico con el rival. Su fuerte era el juego aéreo y, dado que su mayor cualidad no era sacar el balón jugado, no se complicaba la vida despejando balones en el área. Durante su estancia fue un profesional intachable, no dijo una palabra más alta que otra, ni siendo titular ni siendo suplente, y fue un buen compañero en el vestuario. Se ganó el respeto de la grada y en su primera temporada, al del «annus horribilis» de Karlsruhe, jugó 35 partidos oficiales con el club de Mestalla. En el último partido de Liga se convirtió en protagonista inesperado, al cometer en Riazor un penalty sobre Nando en el último minuto que podría haber cambiado la historia de la Liga.

La temporada siguiente contó poco para Carlos Alberto Parreira, y únicamente disputó 6 partidos oficiales, además de algunos amistosos. Completó la pretemporada de 1995 bajo las órdenes de Luis Aragonés, participando en un total de 8 encuentros amistosos, incluidos los dos del Trofeo Naranja, pero el técnico madrileño le hizo ver que apenas iba a tener opciones y, aceptando la situación, marchó al Villarreal sin reproche alguno. Con el equipo castellonense se consolidó como titular en Segunda durante tres temporadas, logrando un histórico ascenso a Primera en 1998. La llegada de refuerzos para afrontar el reto de la máxima categoría le restó opciones, y únicamente disputó 8 partidos aquel año. En 1999, tras confirmarse el descenso del Villarreal a Segunda, aceptó volver al Valencia para reforzar al Mestalla con 33 años de edad, disputando 7 partidos en Segunda División B antes de colgar las botas en el verano de 2000. Tras su retirada, siguió vinculado al mundo del fútbol como comentarista deportivo.