Daniel Solsona nació en Cornellà y se formó en las categorías inferiores del RCD Espanyol, completando todas las etapas hasta llegar al primer equipo, con el que debutó en Primera División a los 18 años de la mano del técnico Ferdinand Daucik, el 27 de septiembre de 1970, en la tercera jornada de Liga contra la Real Sociedad en Sarriá. Aquella temporada jugó 27 partidos y marcó tres goles entre Liga y Copa, demostrando una calidad y carácter impropios de su edad. Ocho temporadas más tarde había completado la friolera de 234 partidos de Liga y se había convertido en uno de los centrocampistas clásicos y más admirados de la Liga.

A los 25 años Solsona se encontraba en el apogeo de su carrera. Era un organizador nato, con gran técnica y visión de juego. Era el líder del Espanyol sobre el campo y amaba tanto el balón como el balón le amaba a él. Trataba el esférico con mimo y sus pases eran siempre milimétricos. Además tenía llegada y gol. Había marcado 39 goles con la camiseta blanquiazul, por lo que no fue extraño el interés que despertó en los grandes del fútbol español. En el verano de 1978 el FC Barcelona quiso ficharle y entró en dura competencia con el Valencia por sus servicios, pero el club azulgrana quiso imponer en su contrato un periodo de prueba y el futbolista se negó, por lo que finalmente fichó por el equipo de Mestalla.

Aterrizó en Valencia un futbolista hecho, con galones, que hizo disfrutar a la parroquia che con su juego durante cinco exitosas temporadas. Completó 184 partidos oficiales y marcó 33 goles, siendo titular indiscutible en el centro del campo y ayudando al equipo a conquistar la Copa, la Recopa y la Supercopa de Europa. Pero como suele suceder con las grandes figuras del Valencia CF, los seleccionadores nacionales no apreciaron sus habilidades con el mismo gusto. Fue internacional con Kubala y Santamaría, pero en total sólo lo fue en siete ocasiones. Pasados los años, cualquier amante del fútbol consideraría este hecho como algo injusto, pero desgraciadamente es una situación habitual para jugadores que prefirieron el césped de Mestalla al del Bernabéu o el Camp Nou.

Tras la grave crisis de 1983, en la que el Valencia salvó la categoría de forma milagrosa en la última jornada, emigró al fútbol francés y fichó por el Bastia. El club, inmerso en un problema económico de enorme magnitud tras el Mundial de 1982, no podía hacer frente a su ficha y le liberó. En el país galo maravilló con su técnica, llegando a ser portada de L'Equipe con el titular «Solsona, roi d'Espagne». Marcó 9 goles en 86 partidos entre 1983 y 1986, y posteriormente fichó por el Racing de París, donde sólo disputó dos encuentros, y por el Stade Rennais, con el que jugó 26 partidos antes de regresar a su tierra para finalizar su carrera deportiva en el Sant Andreu.

Finalizada su etapa como jugador a los 38 años, ejerció como asesor y técnico de las categorías base del Espanyol, colaborando también como comentarista en diversos medios de comunicación. Fue entrenador del juvenil y del primer equipo del Can Vidalet, el Sant Quirze, el Vilassar de Mar, el Lleida, y el Vilanova.