Ficha de partido
Athletic Club
5 - 1
Valencia CF
Equipos titulares
Sustituciones
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Raúl Albiol
18'
Descanso
45'
Fernando MorientesHedwiges Maduro
45'
Joaquín SánchezJavier Arizmendi
45'
Susaeta
45'
GarmendiaYeste
46'
Marco Caneira
47'
Llorente
48'
Llorente
65'
Carlos Marchena
67'
Edu GasparJuan Mata
70'
AdurizLlorente
71'
David Villa (Falta)
75'
David LópezGabilondo
82'
Iraola
86'
Aduriz
91'
Final del partido
92'
Estadio
Rival: Athletic Club
Records vs Athletic Club
Máximo goleador: Mundo Suárez (19 goles)
Goleador rival: Zarra (20 goles)
Más partidos: Vicente Asensi (30 partidos)
Mayor victoria: 5 - 0 (03.04.1949)
Mayor derrota: 0 - 7 (10.10.1954)
Más repetido: 1-1 (23 veces)
Crónica
El Valencia cayó en San Mamés víctima de otro desastre táctico provocado por Ronald Koeman al inicio del encuentro, que trató de remediar en el descanso cuando ya era demasiado tarde. El holandés lo pagará caro sin duda y hoy, salvo nuevo bandazo del consejo de administración, será destituido. Ni la reacción final de los jugadores, con una formación más lógica sobre el campo, pudo impedir otra sonrojante derrota a manos de un Athletic que no es superior a los valencianistas, pero tiene a un entrenador que no se dedica a destrozar el equipo.
La situación no puede ser más delicada para el Valencia. Con el triunfo del Zaragoza el sábado se sabía que una derrota en San Mamés dejaba al equipo a dos puntos del descenso. Dio la impresión de que lo sabía todo el mundo menos Koeman. El técnico holandés ha cubierto una lamentable etapa al frente de una entidad histórica, consiguiendo que todo el respeto y reconocimiento que se ganó en los últimos años se haya ido al traste. Y decimos que ha cubierto dicha etapa, en pasado, porque este entrenador no puede continuar un minuto más dirigiendo al equipo o, mejor, a lo que queda de él, a lo que ha dejado, un grupo de futbolistas hecho unos zorros.
Por más voluntad que se ponga se hace difícil comprender las permutas que lleva a cabo Ronald Koeman. No se entiende que si su equipo funcionó bien en la final de Copa, ayer cambiara la manera de jugar. Caneira debía entrar en la banda dejada por Moretti, pero la presencia de Maduro en la medular no atendió a razón de ningún tipo. El futbolista holandés deambuló por el centro del terreno de juego como un alma en pena. No presionó al rival, no recuperó un balón, tampoco lo jugó porque casi nunca lo tuvo. Si a ello unimos que tampoco existieron las bandas es evidente que el Valencia no apareciera en un primer periodo muy pobre.
Y es que ni de salida el equipo mostró intención alguna de ir a por el partido. El objetivo inicial del Valencia no fue otro que aguantar bien pertrechado atrás, dejar correr el reloj y esperar la oportunidad que siempre aparece en el transcurso de un encuentro. Ninguno de los futbolistas más adelantados presionó la salida del balón por parte del Athletic; sus zagueros estuvieron reiterativos en el grave error de pasarse el balón en horizontal, pero la falta de atención de los valencianistas hizo que no se aprovecharan ni una sola vez de ello. Y como desde atrás jamás hubo velocidad para salir, el Athletic controló siempre, sin problemas de ningún tipo, incluso en cierta inferioridad porque Yeste anduvo renqueante desde el minuto cuatro de juego.
La primera acción veloz valencianista llegó en el minuto 40, iniciada por Baraja con desplazamiento largo a la banda derecha para Miguel, que culminó con un centro que nadie aprovechó. Para entonces ya perdía el Valencia, cuya única acción de cierto peligro se produjo a balón parado, cuando se cumplía la media hora. El lanzamiento de Villa rozó el larguero y se marchó fuera.
El descanso se agradeció, porque el juego de unos y otros aportó muy poco al espectáculo, más bien pobre. Y ese intermedio sirvió para que Koeman rectificara, lo que venía a reconocer su error precedente. Retiró del campo a Maduro y a Arizmendi para dar entrada a Joaquín y a Morientes y conformar un esquema más acorde a lo que debe ser este Valencia. El problema fue que sin tiempo para tomar posiciones, minuto 49, llegó el segundo gol del Athletic y, en vista del panorama, la sentencia. Un servicio en profundidad del veterano Etxeberría lo aprovechó Llorente para dar la puntilla a los de Koeman.
A la desesperada lo intentó el Valencia. Buscaba un gol que le metiera de nuevo en el partido y en diez minutos probó fortuna por medio de Morientes, Joaquín y Mata. Pero las prisas nunca fueron buenas consejeras. La precipitación y los nervios se adueñaron de un equipo totalmente desmadejado que quería pero no podía. A pesar de ello, tomó el mando, metió al Athletic atrás, con Baraja con la batuta y un Mata que tomó la responsabilidad y fue de lo mejor de su equipo.
Koeman, inmóvil, sentado en el banquillo, ni daba instrucciones, consciente de lo que se le venía encima. Cuando Llorente hizo el tercero con la colaboración de Mora -y Cañizares apartado- la fiesta en San Mamés fue total. Nadie creía lo que estaba viendo, la suficiencia de su equipo que, sin ser nada del otro mundo, ridiculizaba al campeón de Copa. Con el cuarto, el delirio; con el quinto, el desastre total.
Los nervios se apoderaron de los valencianistas que ya no jugaban al fútbol. Aparecieron las brusquedades, los malos modos, producto de la impotencia y sólo cabía esperar el final del partido. Más bien desde el lado valencianista se deseaba para acabar con semejante humillación, que llegó también al banquillo, con todos los aficionados rojiblancos cantando "¡Koeman, quédate!" y "¡A Segunda, a Segunda!". Sólo queda iniciar una nueva etapa cuanto antes, porque aún hay tiempo de variar el rumbo. No demasiado, pero lo hay. Sin Koeman, claro.
La situación no puede ser más delicada para el Valencia. Con el triunfo del Zaragoza el sábado se sabía que una derrota en San Mamés dejaba al equipo a dos puntos del descenso. Dio la impresión de que lo sabía todo el mundo menos Koeman. El técnico holandés ha cubierto una lamentable etapa al frente de una entidad histórica, consiguiendo que todo el respeto y reconocimiento que se ganó en los últimos años se haya ido al traste. Y decimos que ha cubierto dicha etapa, en pasado, porque este entrenador no puede continuar un minuto más dirigiendo al equipo o, mejor, a lo que queda de él, a lo que ha dejado, un grupo de futbolistas hecho unos zorros.
Por más voluntad que se ponga se hace difícil comprender las permutas que lleva a cabo Ronald Koeman. No se entiende que si su equipo funcionó bien en la final de Copa, ayer cambiara la manera de jugar. Caneira debía entrar en la banda dejada por Moretti, pero la presencia de Maduro en la medular no atendió a razón de ningún tipo. El futbolista holandés deambuló por el centro del terreno de juego como un alma en pena. No presionó al rival, no recuperó un balón, tampoco lo jugó porque casi nunca lo tuvo. Si a ello unimos que tampoco existieron las bandas es evidente que el Valencia no apareciera en un primer periodo muy pobre.
Y es que ni de salida el equipo mostró intención alguna de ir a por el partido. El objetivo inicial del Valencia no fue otro que aguantar bien pertrechado atrás, dejar correr el reloj y esperar la oportunidad que siempre aparece en el transcurso de un encuentro. Ninguno de los futbolistas más adelantados presionó la salida del balón por parte del Athletic; sus zagueros estuvieron reiterativos en el grave error de pasarse el balón en horizontal, pero la falta de atención de los valencianistas hizo que no se aprovecharan ni una sola vez de ello. Y como desde atrás jamás hubo velocidad para salir, el Athletic controló siempre, sin problemas de ningún tipo, incluso en cierta inferioridad porque Yeste anduvo renqueante desde el minuto cuatro de juego.
La primera acción veloz valencianista llegó en el minuto 40, iniciada por Baraja con desplazamiento largo a la banda derecha para Miguel, que culminó con un centro que nadie aprovechó. Para entonces ya perdía el Valencia, cuya única acción de cierto peligro se produjo a balón parado, cuando se cumplía la media hora. El lanzamiento de Villa rozó el larguero y se marchó fuera.
El descanso se agradeció, porque el juego de unos y otros aportó muy poco al espectáculo, más bien pobre. Y ese intermedio sirvió para que Koeman rectificara, lo que venía a reconocer su error precedente. Retiró del campo a Maduro y a Arizmendi para dar entrada a Joaquín y a Morientes y conformar un esquema más acorde a lo que debe ser este Valencia. El problema fue que sin tiempo para tomar posiciones, minuto 49, llegó el segundo gol del Athletic y, en vista del panorama, la sentencia. Un servicio en profundidad del veterano Etxeberría lo aprovechó Llorente para dar la puntilla a los de Koeman.
A la desesperada lo intentó el Valencia. Buscaba un gol que le metiera de nuevo en el partido y en diez minutos probó fortuna por medio de Morientes, Joaquín y Mata. Pero las prisas nunca fueron buenas consejeras. La precipitación y los nervios se adueñaron de un equipo totalmente desmadejado que quería pero no podía. A pesar de ello, tomó el mando, metió al Athletic atrás, con Baraja con la batuta y un Mata que tomó la responsabilidad y fue de lo mejor de su equipo.
Koeman, inmóvil, sentado en el banquillo, ni daba instrucciones, consciente de lo que se le venía encima. Cuando Llorente hizo el tercero con la colaboración de Mora -y Cañizares apartado- la fiesta en San Mamés fue total. Nadie creía lo que estaba viendo, la suficiencia de su equipo que, sin ser nada del otro mundo, ridiculizaba al campeón de Copa. Con el cuarto, el delirio; con el quinto, el desastre total.
Los nervios se apoderaron de los valencianistas que ya no jugaban al fútbol. Aparecieron las brusquedades, los malos modos, producto de la impotencia y sólo cabía esperar el final del partido. Más bien desde el lado valencianista se deseaba para acabar con semejante humillación, que llegó también al banquillo, con todos los aficionados rojiblancos cantando "¡Koeman, quédate!" y "¡A Segunda, a Segunda!". Sólo queda iniciar una nueva etapa cuanto antes, porque aún hay tiempo de variar el rumbo. No demasiado, pero lo hay. Sin Koeman, claro.