El delantero vasco Dámaso Urrutia tuvo una carrera futbolística curiosa a la par que polémica. Formado futbolísticamente en Bilbao, jugó en el Oviedo antes de emigrar a Valencia para jugar en el Levante, dejando tras de sí una estela de pleitos federativos y directivos inhabilitados. Se convirtió en la estrella del equipo granota al otro lado del río, convirtiéndose en un interior izquierdo de gran calidad técnica, con disparo preciso y magnífico remate de cabeza. Llegó al Valencia mediado el año 1926 en un fichaje envuelto en todo tipo de comentarios de aficionados y crítica periodística, que acabó en denuncia por parte del club azulgrana, hasta el punto que tuvo que mediar la Federación en el conflicto.

Lució en Mestalla como pocos en la temporada 1926-1927, convirtiéndose en uno de los máximos goleadores del equipo, con un registro anotador que superaba el gol por partido. 35 goles en 25 encuentros dan buena muestra de su voracidad dentro del área. Marcaba goles extraordinarios, y consiguió grandes registros como los cinco que le marcó al Xàtiva en un amistoso en febrero de 1927, los cuatro que le endosó al Levante en Mestalla en marzo o los tres hat-tricks que logró en competición oficial contra el Murcia, en la Copa, y contra el Saguntino y el España en el Campeonato Regional.

Finalizado el exitoso curso, Urrutia volvió a incendiar las rotativas con un nuevo intento de fuga. Volvió a haber denuncia y mediación institucional, pero finalmente el futbolista consiguió abandonar el Valencia y fichar por el Atlético madrileño, sin que nunca llegaran a conocerse los motivos de tan acelerada salida.