Luciano Ricart fue fichado del Juvenal en 1927. Formó parte del histórico equipo que consiguió el ansiado ascenso a Primera División en 1931, y que significó un punto de inflexión en la historia del club. Cuando llegó, su posición en el campo era la de mediocentro, pero durante las seis temporadas en las que estuvo en Mestalla, cubrió casi todos los puestos del once, a excepción de la portería, desde el centro del campo, hasta el centro del ataque o el interior.

Se trataba de un jugador fuerte, cuyo duro aspecto se veía reforzado por un pañuelo guerrero que solía portar en la frente en todos los partidos. Iba con todo a por cada balón, no se arrugaba ante nadie, y era capaz de arrollar a los rivales como si de naipes se tratase. Marcó pocos goles, pero en alguno de ellos acabaron con más jugadores dentro de la portería que fuera. Jugó 65 partidos con el Valencia y, además de lograr el ascenso, conquistó tres Campeonatos Regionales. Cuando dejó de ser necesario para el primer equipo, acudió en la ayuda del equipo B sin realizar queja alguna.