Ficha de partido
FC Barcelona
1 - 1
Valencia CF
Equipos titulares
1
10
11
Sustituciones
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Johnny RepAsist: Salif Keita
13'
Juan Daniel Cordero
36'
Sánchez Felip
36'
Migueli
44'
Descanso
45'
Óscar Rubén Valdez
61'
CorominasRife
71'
ClaresSánchez Felip
78'
Teca AcostaEloy Angulo
78'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: FC Barcelona
Records vs FC Barcelona
Máximo goleador: Mundo Suárez (18 goles)
Goleador rival: Messi (31 goles)
Más partidos: Juan Ramón Santiago (36 partidos)
Mayor victoria: 4 - 0 (18.04.1979)
Mayor derrota: 0 - 7 (03.02.2016)
Más repetido: 1-1 (36 veces)
Crónica
¿Es que terminó la temporada? Pues no, oficialmente por lo menos no. Pero ayer tarde, en el Camp Nou, entre el ambiente íntimo creado por una entrada flojísima, quizá la peor en toda la Liga, el desarrollo del partido y la actuación individual de varios de los jugadores que en el mismo intervinieron, o mejor, se alinearon, se creó un clima muy preciso de partido amistoso, de match al margen de competiciones y delatando el cansancio, el agotamiento y el tedio de toda una temporada.
¿Lógico?. Bueno, pues, en cierto modo... Del lado valencianista, pesaba el lastre de una campaña absurda y contradictoria en la que el equipo mestallero ha procurado a sus seguidores muchas más decepciones que alegrías; antes de empezar, en el fuero íntimo de todos y cada uno de los visitantes, ponemos muy en duda que ni uno sólo de sus integrantes creyera obtener nada positivo de su visita a Barcelona. Y de parte azuigrana, el lastre de decepciones, aun cuando la clasificación en nada se parezca a la de los valencianos, es asimismo denso: se tiene conciencia de haber dejado escapar la Liga, escuece todavía el 3-0 de Sarriá y se regresa de Liverpool en donde, aún jugando bien, se dijo adiós a otra competición en la que se habían puesto no pocas esperanzas. Añaden a ello la ausencia de Cruyff, que se dejó sentir y tendrán explicado, sino justificado, el desconcierto que imperó casi constantemente a lo largo de los noventa minutos.
Mestre, el entrenador valencianista, en declaraciones de avant-match confesaba hacerse pocas ilusiones, pero admitía que de conseguir un empate la cosa significaría para su equipo la tranquilidad, el respiro definitivo. Pues ya está. Ya puede el Valencia respirar y estar tranquilo. Y Mestre y sus hombres habrán de convenir que tal vez en ninguno de sus desplazamientos se les habrán brindado tantas facilidades como las encontradas en el Camp NoU. En la fase inicial del partido, los valencianos estaban como asombrados ante la vulnerabilidad barcelonista. Valdez, a los cuatro minutos dispuso de un balón mortal de necesidad; dos minutos más tarde, Keita se infiltró fácil y sólo una salida suicida de Mora evitó lo que parecía inevitable; a los 9 minutos, tras un fallo aparatoso de Costas, Rifé apeló al último expediente y derribó a Eloy dentro del área, pero el señor Olavarría, un tanto corto pero no perezoso, inventó, una falta fuera de ella, que se lanzó sin consecuencias, y a los 13 minutos, buen momento para los supersticiosos, llega lo que tenía que llegar: el gol vísitante. Lo elaboró Keita y lo materializó Rep y el desconcierto azulgrena aumentó en progresión fulminante, sin que el Valencia acertase a sacar cómodo provecho de ello.
Porque el Valencia, esa es la verdad, tampoco, estuvo a la altura. Con un centro del campo insuficiente (Saura, jugó solo en esta posición) abandonó la iniciativa a los azulgrana, que, a trancas y barrancas, no tuvieron más remedio que empuñar la batuta. Una batuta vacilante e insegura, pero batuta a fin de cuentas. Penalty a Marcial de escándalo, que no se señaló y llegó el gol del empate en un avance a la antigua usanza Rexach-Rifé-Rexach, que culminó Sánchez de oportuno disparo y con él, los mejores momentos azulgrana de la tarde, hasta llegar al descanso. Heredia, Neeskens, Marcial y Sotil, por este orden, no atinaron en situaciones de gol bien dibujadas. El Barça sacó en este primer periodo trece saques de esquina por uno sólo los visitantes.
En blanco y no solamente por lo que al marcador se refiere, sino también por lo que hace referencia a calidad de juego e incluso diríamos que al interés puesto a contribución. El Valencia, más que claramente conformado con el regalo de un empate, acentuó sus precauciones defensivas, rebasó las fronteras en el aspecto dureza por parte de algunos hombres de su cobertura (Jesús Martínez y Cordero) y se aplicó a un fútbol hibrido entre contención y pasatiempo, con la esperanza, que se vio cumplida, de poder regresar a Mestalla con un positivo en el que nadie creía.
El desconcierto azulgrana fue en aumento. Costas encadenaba los fallos de entrega; Marcial, jugaba andando y aún andando muy calmosamente; Sotil y Heredia, con unos intentos barrocos y ornamentales, daban toda clase de facilidades a los defensas contrarios; Neeskens, pasaba cuatro minutos sin actuar a consecuencia de una agresión de Jesús Martínez, que el colegiado ni malició, y menos mal que atrás Migueli no cedía y Rifé y De la Cruz demostraban que son los dos únicos laterales de verdad que existen en la plantilla azulgrana.
En resumen, un segundo tiempo, de ínfima calidad, de emoción escasa, porque llegó un momento en que pareció que a nadie le interesaba demasiado lo que en el Comp Nou pudiera ocurrir y la sensación, bastante precisa, como al principio apuntábamos, de que éramos testigos de un encuentro fuera de competición. Las desilusiones han sido tantas, las decepciones se han encadenado tan implacablemente, que el seguidor azulgrana, mustio y tan desconcertado como el equipo, ya no sabe en absoluto por qué mares navega.
¿Lógico?. Bueno, pues, en cierto modo... Del lado valencianista, pesaba el lastre de una campaña absurda y contradictoria en la que el equipo mestallero ha procurado a sus seguidores muchas más decepciones que alegrías; antes de empezar, en el fuero íntimo de todos y cada uno de los visitantes, ponemos muy en duda que ni uno sólo de sus integrantes creyera obtener nada positivo de su visita a Barcelona. Y de parte azuigrana, el lastre de decepciones, aun cuando la clasificación en nada se parezca a la de los valencianos, es asimismo denso: se tiene conciencia de haber dejado escapar la Liga, escuece todavía el 3-0 de Sarriá y se regresa de Liverpool en donde, aún jugando bien, se dijo adiós a otra competición en la que se habían puesto no pocas esperanzas. Añaden a ello la ausencia de Cruyff, que se dejó sentir y tendrán explicado, sino justificado, el desconcierto que imperó casi constantemente a lo largo de los noventa minutos.
Mestre, el entrenador valencianista, en declaraciones de avant-match confesaba hacerse pocas ilusiones, pero admitía que de conseguir un empate la cosa significaría para su equipo la tranquilidad, el respiro definitivo. Pues ya está. Ya puede el Valencia respirar y estar tranquilo. Y Mestre y sus hombres habrán de convenir que tal vez en ninguno de sus desplazamientos se les habrán brindado tantas facilidades como las encontradas en el Camp NoU. En la fase inicial del partido, los valencianos estaban como asombrados ante la vulnerabilidad barcelonista. Valdez, a los cuatro minutos dispuso de un balón mortal de necesidad; dos minutos más tarde, Keita se infiltró fácil y sólo una salida suicida de Mora evitó lo que parecía inevitable; a los 9 minutos, tras un fallo aparatoso de Costas, Rifé apeló al último expediente y derribó a Eloy dentro del área, pero el señor Olavarría, un tanto corto pero no perezoso, inventó, una falta fuera de ella, que se lanzó sin consecuencias, y a los 13 minutos, buen momento para los supersticiosos, llega lo que tenía que llegar: el gol vísitante. Lo elaboró Keita y lo materializó Rep y el desconcierto azulgrena aumentó en progresión fulminante, sin que el Valencia acertase a sacar cómodo provecho de ello.
Porque el Valencia, esa es la verdad, tampoco, estuvo a la altura. Con un centro del campo insuficiente (Saura, jugó solo en esta posición) abandonó la iniciativa a los azulgrana, que, a trancas y barrancas, no tuvieron más remedio que empuñar la batuta. Una batuta vacilante e insegura, pero batuta a fin de cuentas. Penalty a Marcial de escándalo, que no se señaló y llegó el gol del empate en un avance a la antigua usanza Rexach-Rifé-Rexach, que culminó Sánchez de oportuno disparo y con él, los mejores momentos azulgrana de la tarde, hasta llegar al descanso. Heredia, Neeskens, Marcial y Sotil, por este orden, no atinaron en situaciones de gol bien dibujadas. El Barça sacó en este primer periodo trece saques de esquina por uno sólo los visitantes.
En blanco y no solamente por lo que al marcador se refiere, sino también por lo que hace referencia a calidad de juego e incluso diríamos que al interés puesto a contribución. El Valencia, más que claramente conformado con el regalo de un empate, acentuó sus precauciones defensivas, rebasó las fronteras en el aspecto dureza por parte de algunos hombres de su cobertura (Jesús Martínez y Cordero) y se aplicó a un fútbol hibrido entre contención y pasatiempo, con la esperanza, que se vio cumplida, de poder regresar a Mestalla con un positivo en el que nadie creía.
El desconcierto azulgrana fue en aumento. Costas encadenaba los fallos de entrega; Marcial, jugaba andando y aún andando muy calmosamente; Sotil y Heredia, con unos intentos barrocos y ornamentales, daban toda clase de facilidades a los defensas contrarios; Neeskens, pasaba cuatro minutos sin actuar a consecuencia de una agresión de Jesús Martínez, que el colegiado ni malició, y menos mal que atrás Migueli no cedía y Rifé y De la Cruz demostraban que son los dos únicos laterales de verdad que existen en la plantilla azulgrana.
En resumen, un segundo tiempo, de ínfima calidad, de emoción escasa, porque llegó un momento en que pareció que a nadie le interesaba demasiado lo que en el Comp Nou pudiera ocurrir y la sensación, bastante precisa, como al principio apuntábamos, de que éramos testigos de un encuentro fuera de competición. Las desilusiones han sido tantas, las decepciones se han encadenado tan implacablemente, que el seguidor azulgrana, mustio y tan desconcertado como el equipo, ya no sabe en absoluto por qué mares navega.