Ficha de partido
Sevilla FC
2 - 0
Valencia CF
Equipos titulares
2
4
7
Sustituciones
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Acosta
13'
LebrónEloy
22'
Antón MartínezFrancisco Vidagany
45'
Descanso
45'
Berruezo
47'
José Vicente FormentEnrique Claramunt II
70'
IsabeloBueno
74'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: Sevilla FC
Records vs Sevilla FC
Máximo goleador: Mundo Suárez (28 goles)
Goleador rival: Campanal (21 goles)
Más partidos: Fernando Gómez (31 partidos)
Mayor victoria: 8 - 0 (17.10.1943)
Mayor derrota: 3 - 10 (13.10.1940)
Más repetido: 2-0 (27 veces)
Crónica
Di Stéfano definió, una vez concluido el encuentro, con una evidente decepción y de manera harto expresiva, lo que en realidad había sucedido en el terreno de juego: "Cuando no se va allí donde las papas queman, no hay manera de resolver positivamente".
La cazuela a la que se refería Di Stéfano era el área sevillista. Y en ella tan sólo se atrevió a quemarse Quino, que deseando triunfar ante sus paisanos no economizó riesgos ni energías para consumir sus facultades físicas en un vibrante primer tiempo y en una lucha en solitario y condenado al fracaso por falta de colaboración de sus compañeros. Donde las papas queman... donde se reciben los golpes, donde se arriesgan los tobillos, donde hay que exponer, en pocas palabras. Al Valencia le ha faltado hoy, en el Sánchez Pizjuán, el nervio de los equipos que juegan de verdad a ser campeones, la ilusión de los auténticos aspirantes al título de Liga. Por ello, su desfile por el estadio de la Avenida de Dato ha resultado, en cierto modo, decepcionante.
Se esperaba más, bastante más, del equipo de Di Stéfano, aun cuando se reconociese abiertamente que la ausencia de varios de sus titulares -como son el mayor de los Claramunt, Sergio y Aníbal- tuviera que repercutir necesariamente en su juego.
Acaso la victoria del Sevilla se haya producido en unos términos demasiado severos. No ha jugado el Sevilla para obtener ventaja tan neta. Ni en el terreno de juego ha sido superior al Valencia, ni su producción de jugadas propicias ha sido tan activa como para hacer normal ese balance tajante del 2-0. Sin embargo, el equipo de Georgiadis ha tenido especialmente algo que no tuvo su rival. Ilusión, entusiasmo, fe en sus posibilidades. El Sevilla luchó lo suficiente como para cubrir huecos en el portal de Meléndez y hacer sus goles. Después, para defenderlos con ahínco, peleando en todos los balones y adoptando unas fórmulas conservadoras que le dieron a la postre espléndido fruto.
De salida el Sevilla se quedó sin Eloy, un hombre que últimamente se ha recuperado para el primer equipo y que estaba llamado a ser una pieza medio campista de seguro rendimiento. Cuando, lesionado en un choque accidental con Martínez, tuvo que abandonar el terreno de juego, Lebrón cubrió su puesto sin conseguir perfilar una productiva actividad en la zona ancha. El centro del terreno fue, pese a la gigantesca tarea de Lora, del conjunto valenciano. Pero el cuadro levantino vio totalmente mermadas sus posibilidades de gol porque a la falta de decisión de sus atacantes -excepción hecha de la honrosa tarea de Quino- se unió la fenomenal actuación del cuarteto zaguero sevillano, entre cuyos integrantes Toni habría de convertirse en la auténtica figura del partido.
Marcaron los locales pronto. En el minuto 14, Manolín Bueno envió un balón precioso sobre Berruezo, desde unos treinta metros de distancia, el interior controló el cuero y, tras atraerse a los zagueros valencianistas, lo envió a Acosta que, completamente solo y en posición dudosa, batió imparablemente a Meléndez. Los visitantes protestaron la concesión del tanto. A partir de este gol el Valencia adelantó sus peones favorecido por el juego a la contra que desde aquel momento hacía el Sevilla. Todos los avances de los azules, que fueron muchos, se estrellaron al borde del área. Bonilla no se vio inquietado más que en una oportunidad en la que hubo de salir a la desesperada para atajar una coldada de Quino.
En el segundo período, apenas un minuto de juego, cuando hubo una falta contra el Vaencía. La ejecutó en indirecto Juan Antonio y Berruezo cabeceó cómodamente, sin oposición alguna, el segundo tanto. El equipo de Di Stefano acusó el impacto y el Sevilla, muy sereno siempre, siguió luchando a la contra. Cerca del final, Di Stefano cambió a Claramunt II, nulo toda la tarde, por Forment. Georgiadis replicó de inmediato, sacrificando a un hombre de su ataque, Manolín Bueno, para utilizar a Isabelo como marcador de Forment.
El partido ha sido de escasa calidad, pero de mucho nervio. La emoción ha compensado con creces los errores de tipo técnico. Se ha jugado con dureza a veces excesiva e intencionada, que Oliva no fue capaz de moderar con un arbitraje más energico.
La cazuela a la que se refería Di Stéfano era el área sevillista. Y en ella tan sólo se atrevió a quemarse Quino, que deseando triunfar ante sus paisanos no economizó riesgos ni energías para consumir sus facultades físicas en un vibrante primer tiempo y en una lucha en solitario y condenado al fracaso por falta de colaboración de sus compañeros. Donde las papas queman... donde se reciben los golpes, donde se arriesgan los tobillos, donde hay que exponer, en pocas palabras. Al Valencia le ha faltado hoy, en el Sánchez Pizjuán, el nervio de los equipos que juegan de verdad a ser campeones, la ilusión de los auténticos aspirantes al título de Liga. Por ello, su desfile por el estadio de la Avenida de Dato ha resultado, en cierto modo, decepcionante.
Se esperaba más, bastante más, del equipo de Di Stéfano, aun cuando se reconociese abiertamente que la ausencia de varios de sus titulares -como son el mayor de los Claramunt, Sergio y Aníbal- tuviera que repercutir necesariamente en su juego.
Acaso la victoria del Sevilla se haya producido en unos términos demasiado severos. No ha jugado el Sevilla para obtener ventaja tan neta. Ni en el terreno de juego ha sido superior al Valencia, ni su producción de jugadas propicias ha sido tan activa como para hacer normal ese balance tajante del 2-0. Sin embargo, el equipo de Georgiadis ha tenido especialmente algo que no tuvo su rival. Ilusión, entusiasmo, fe en sus posibilidades. El Sevilla luchó lo suficiente como para cubrir huecos en el portal de Meléndez y hacer sus goles. Después, para defenderlos con ahínco, peleando en todos los balones y adoptando unas fórmulas conservadoras que le dieron a la postre espléndido fruto.
De salida el Sevilla se quedó sin Eloy, un hombre que últimamente se ha recuperado para el primer equipo y que estaba llamado a ser una pieza medio campista de seguro rendimiento. Cuando, lesionado en un choque accidental con Martínez, tuvo que abandonar el terreno de juego, Lebrón cubrió su puesto sin conseguir perfilar una productiva actividad en la zona ancha. El centro del terreno fue, pese a la gigantesca tarea de Lora, del conjunto valenciano. Pero el cuadro levantino vio totalmente mermadas sus posibilidades de gol porque a la falta de decisión de sus atacantes -excepción hecha de la honrosa tarea de Quino- se unió la fenomenal actuación del cuarteto zaguero sevillano, entre cuyos integrantes Toni habría de convertirse en la auténtica figura del partido.
Marcaron los locales pronto. En el minuto 14, Manolín Bueno envió un balón precioso sobre Berruezo, desde unos treinta metros de distancia, el interior controló el cuero y, tras atraerse a los zagueros valencianistas, lo envió a Acosta que, completamente solo y en posición dudosa, batió imparablemente a Meléndez. Los visitantes protestaron la concesión del tanto. A partir de este gol el Valencia adelantó sus peones favorecido por el juego a la contra que desde aquel momento hacía el Sevilla. Todos los avances de los azules, que fueron muchos, se estrellaron al borde del área. Bonilla no se vio inquietado más que en una oportunidad en la que hubo de salir a la desesperada para atajar una coldada de Quino.
En el segundo período, apenas un minuto de juego, cuando hubo una falta contra el Vaencía. La ejecutó en indirecto Juan Antonio y Berruezo cabeceó cómodamente, sin oposición alguna, el segundo tanto. El equipo de Di Stefano acusó el impacto y el Sevilla, muy sereno siempre, siguió luchando a la contra. Cerca del final, Di Stefano cambió a Claramunt II, nulo toda la tarde, por Forment. Georgiadis replicó de inmediato, sacrificando a un hombre de su ataque, Manolín Bueno, para utilizar a Isabelo como marcador de Forment.
El partido ha sido de escasa calidad, pero de mucho nervio. La emoción ha compensado con creces los errores de tipo técnico. Se ha jugado con dureza a veces excesiva e intencionada, que Oliva no fue capaz de moderar con un arbitraje más energico.