Ficha de partido
Real Valladolid
1 - 1
Valencia CF
Equipos titulares
5
6
10
Sustituciones
Ninguno
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Rodríguez II
29'
Vicente IborraAsist: Antonio Fuertes
40'
Descanso
45'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: Real Valladolid
Records vs Real Valladolid
Máximo goleador: Fernando Gómez (9 goles)
Goleador rival: Morro (4 goles)
Más partidos: Vicente Seguí (21 partidos)
Mayor victoria: 6 - 0 (22.03.1964)
Mayor derrota: 0 - 4 (30.09.1956)
Más repetido: 1-1 (14 veces)
Crónica
Se ha celebrado el partido de cuartos de final de la Copa entre el Valladolid y el Valencia, que ha terminado con empate a uno. El encuentro ha resultado un partido auténticamente copero entre dos equipos con características muy similares, y el empate ha sido merecido, y más para el Valencia que para el Valladolid, lo que significa que el Valladolid ha hecho un encuentro flojo, mientras que el Valencia, planteando el partido a su modo, ha conseguido lo más que se proponía, es decir, un empate que le permita, en el partido de vuelta, dar buena cuenta del Valladolid. Con esto queremos decir, que el Valencia tiene ya un ochenta o noventa por ciento de probabilidades de eliminar al Valladolid.
En cuanto al partido en sí, diremos que la primera parte tuvo un principio favorable a los locales, con quince o veinte minutos de presión y dominio, mientras el Valencia tanteaba fuerzas, pero a los veinte minutos el Valencia tomó las riendas del mando y se reigió en dueño y señor del campo. La razón o el secreto del éxito por parte del Valencia,tanto a partir de esta fase como en el resultado final del partido, hay que basarla en la magnífica actuación y buena colocación de dos peones valencianos: Sendra y Buqué. El primero, volante izquierdo, y el segundo, interior del mismo lado, a los que Miró retrasó ligeramente, pero de los que partieron todas las jugadas y todos los balones que abastecieron su ataque. En ellos, al hacerse dueños de la zona central y neutral del terreno, radica la base de este triunfo justo, ya que como triunfo hay que considerar el empate conseguido por las huestes de Luis Miró. En cambio, en el Valladolid, los volantes, por dejación de puesto o mala colocación, o desacierto en su labor, el caso es que éstos fueron totalmente nulos, y que el derecho Lolo, que en su misión de contención suele tener actuaciones acertadas, en esta tarde no tuvo éxito, y el izquierdo, Tini, jugador de empuje y de gran movilidad, que lo mismo ataca que defiende, esta tarde no ha hecho ni lo uno ni lo otro. Si acaso, cuando ha tratado de atacar, las entregas a sus compañeros han sido imprecisas, defectuosas, yendo el balón más bien a los pies del contrario que a los de sus compañeros.
Con este parangón de las dos líneas medias queda establecido que el nervio del equipo de uno y otro lado han funcionado completamente distintos, y al carburar los dos jugadores citados del Valencia y al no tener una buena actuación los dos del Valladolid, los artilleros del equipo visitante han tenido más ocasiones de arrancadas y de avances, y con ello de llevar el peligro hasta la meta contraria, y por parte del ataque vallisoletano, ni aun siquiera eso, porque el trío central, compuesto por Badenes, Murillo y Cerdán, no ha tenido fortuna en su actuación. Murillo ha tenido una mala tarde, Badenes ha tenido una actuación irregular, y Cerdán, a pesar de su voluntad, no ha hacho nada positivo, y los extremos vallisoletanos, tratándose de dos jugadores bisoños, ante la veteranía y experiencia de la zaga valenciana, nada tenían que hacer. Y, en consecuencia, el ataque del Valladolid, que empezó muy fogoso, se fué apagando poco a poco hasta casi desvanecerse ante el terceto defensivo contrario formado por Piquer, Sócrates y Mestre, respaldado por un portero, Goyo, que paró poco porque poco le tiraron, pero lo cierto es que lo que le dispararon con alguna intención lo paró todo muy bien.
Por el lado contrario, el cuarteto atacante valenciano, puesto que Buqué jugaba retrasado, encontró en la segunda parte del primer tiempo todo el terreno por suyo. Bien es verdad que aquí se encontró también con un trío defensivo sólido y firme, por lo que los artilleros del Valencia no pudieron hacer más que un gol, en el que encontraron desprevenida a la defensa local. De todos modos, el ataque del Valencia fue más eficaz, puesto que si en realidad no marcó más goles, en cambio creó más situaciones de peligro ante la meta contraria.
Y así transcurrió la primera parte, pero en la segunda Miró, que al parecer había venido con la idea fija de un cerrojo, y jugar a la contra, ordenó cerrar las lineas de defensa, el cierre fué hermético, pero muy bien escalonado. Si en la primera parte los delanteros vallisoletanos no tuvieson acierto para llegar a inquietar a Goyo, en la segunda, con la aplicación del dispositivo de cierre por parte del Valencia, les fué mucho más difícil. Y así transcurrió la segunda parte, con un forcejeo entre el ataque vallisoletano Y la defensa valenciana, que llegó a contar hasta siete hombres dentro del área del gol.
Fácil es comprender que siendo difícil abrir un dispositivo de cierre tan bien escalonado como el que presentaba Miró, no había posibilidades de hacer más goles. El Valencia se lleva, pues, un empate bien ganado por lo bien planteado del partido, y lo bien ejecutada la consigna dada por su entrenador a sus jugadores. En este desarrollo de la consigna hay que señalar al defensa central Sócrates, que anulí totalmente a Badenes, pero los artífices del éxito valenciano han de ser considerados Buqué y Sendra. En la delantera, Fuertes y los dos extremos, Mañó y Seguí, actuaron muy bien en las ocasiones que se lanzaron sobre la meta contraria. Juego pues, a la contra, bien dirigido y bien desarrollado. Y un empate que permite al Valencia esperar tranquilamente el partido de vuelta.
Los goles se marcaron así: a los veintinueve minutos de la primera parte, Murillo pasó en corto a Rodríguez II, quien empalmó un magnífico disparo que Goyo no pudo evitar llegara a las mallas. Once minutos después, en un avance del Valencia, adelantó Fuertes el balón a Iborra, la defensa vallisoletana titubeó y el delantero centro valenciano envió el balón a las mallas de la portería defendida por Benegas.
En cuanto al partido en sí, diremos que la primera parte tuvo un principio favorable a los locales, con quince o veinte minutos de presión y dominio, mientras el Valencia tanteaba fuerzas, pero a los veinte minutos el Valencia tomó las riendas del mando y se reigió en dueño y señor del campo. La razón o el secreto del éxito por parte del Valencia,tanto a partir de esta fase como en el resultado final del partido, hay que basarla en la magnífica actuación y buena colocación de dos peones valencianos: Sendra y Buqué. El primero, volante izquierdo, y el segundo, interior del mismo lado, a los que Miró retrasó ligeramente, pero de los que partieron todas las jugadas y todos los balones que abastecieron su ataque. En ellos, al hacerse dueños de la zona central y neutral del terreno, radica la base de este triunfo justo, ya que como triunfo hay que considerar el empate conseguido por las huestes de Luis Miró. En cambio, en el Valladolid, los volantes, por dejación de puesto o mala colocación, o desacierto en su labor, el caso es que éstos fueron totalmente nulos, y que el derecho Lolo, que en su misión de contención suele tener actuaciones acertadas, en esta tarde no tuvo éxito, y el izquierdo, Tini, jugador de empuje y de gran movilidad, que lo mismo ataca que defiende, esta tarde no ha hecho ni lo uno ni lo otro. Si acaso, cuando ha tratado de atacar, las entregas a sus compañeros han sido imprecisas, defectuosas, yendo el balón más bien a los pies del contrario que a los de sus compañeros.
Con este parangón de las dos líneas medias queda establecido que el nervio del equipo de uno y otro lado han funcionado completamente distintos, y al carburar los dos jugadores citados del Valencia y al no tener una buena actuación los dos del Valladolid, los artilleros del equipo visitante han tenido más ocasiones de arrancadas y de avances, y con ello de llevar el peligro hasta la meta contraria, y por parte del ataque vallisoletano, ni aun siquiera eso, porque el trío central, compuesto por Badenes, Murillo y Cerdán, no ha tenido fortuna en su actuación. Murillo ha tenido una mala tarde, Badenes ha tenido una actuación irregular, y Cerdán, a pesar de su voluntad, no ha hacho nada positivo, y los extremos vallisoletanos, tratándose de dos jugadores bisoños, ante la veteranía y experiencia de la zaga valenciana, nada tenían que hacer. Y, en consecuencia, el ataque del Valladolid, que empezó muy fogoso, se fué apagando poco a poco hasta casi desvanecerse ante el terceto defensivo contrario formado por Piquer, Sócrates y Mestre, respaldado por un portero, Goyo, que paró poco porque poco le tiraron, pero lo cierto es que lo que le dispararon con alguna intención lo paró todo muy bien.
Por el lado contrario, el cuarteto atacante valenciano, puesto que Buqué jugaba retrasado, encontró en la segunda parte del primer tiempo todo el terreno por suyo. Bien es verdad que aquí se encontró también con un trío defensivo sólido y firme, por lo que los artilleros del Valencia no pudieron hacer más que un gol, en el que encontraron desprevenida a la defensa local. De todos modos, el ataque del Valencia fue más eficaz, puesto que si en realidad no marcó más goles, en cambio creó más situaciones de peligro ante la meta contraria.
Y así transcurrió la primera parte, pero en la segunda Miró, que al parecer había venido con la idea fija de un cerrojo, y jugar a la contra, ordenó cerrar las lineas de defensa, el cierre fué hermético, pero muy bien escalonado. Si en la primera parte los delanteros vallisoletanos no tuvieson acierto para llegar a inquietar a Goyo, en la segunda, con la aplicación del dispositivo de cierre por parte del Valencia, les fué mucho más difícil. Y así transcurrió la segunda parte, con un forcejeo entre el ataque vallisoletano Y la defensa valenciana, que llegó a contar hasta siete hombres dentro del área del gol.
Fácil es comprender que siendo difícil abrir un dispositivo de cierre tan bien escalonado como el que presentaba Miró, no había posibilidades de hacer más goles. El Valencia se lleva, pues, un empate bien ganado por lo bien planteado del partido, y lo bien ejecutada la consigna dada por su entrenador a sus jugadores. En este desarrollo de la consigna hay que señalar al defensa central Sócrates, que anulí totalmente a Badenes, pero los artífices del éxito valenciano han de ser considerados Buqué y Sendra. En la delantera, Fuertes y los dos extremos, Mañó y Seguí, actuaron muy bien en las ocasiones que se lanzaron sobre la meta contraria. Juego pues, a la contra, bien dirigido y bien desarrollado. Y un empate que permite al Valencia esperar tranquilamente el partido de vuelta.
Los goles se marcaron así: a los veintinueve minutos de la primera parte, Murillo pasó en corto a Rodríguez II, quien empalmó un magnífico disparo que Goyo no pudo evitar llegara a las mallas. Once minutos después, en un avance del Valencia, adelantó Fuertes el balón a Iborra, la defensa vallisoletana titubeó y el delantero centro valenciano envió el balón a las mallas de la portería defendida por Benegas.