Ficha de partido
UDLG
2 - 1
Valencia CF
Equipos titulares
5
10
11
Sustituciones
Ninguno
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Juan Costa
20'
Descanso
45'
Nieto
51'
González
73'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: UDLG
Records vs UDLG
Máximo goleador: Mundo Suárez (7 goles)
Goleador rival: Nieto (2 goles)
Más partidos: Mundo Suárez (3 partidos)
Mayor victoria: 6 - 2 (09.03.1941)
Mayor derrota: 4 - 5 (26.12.1940)
Más repetido: 4-5 (1 veces)
Crónica
La mayoría del numerosísimo público que casi llenó el campo de Vallejo había ido "a por atún y a ver al Duque". Por si había hule, y para ver cómo Mundo sacaba toda la artillería y metía diez o doce gols. Como no pudo ver ni una cosa ni otra, algunos espectadores salieron creyendo haber visto lo que indudable y seguramente no existió: Ha tropezado el Valencia.
Esto no puede sorprender excesivamente. Alguna vez había de ser. Resultaba ya irritante ese continuo ganar. Hasta ofensivo... para los otros. Lo hemos dicho antes de ahora. La potencia ofensiva del Valencia está en los pies de un solo jugador. Así como la defensiva del once de Gallart en tres elementos. Quienes de ellos tuviesen mejor tarde, decidirían el partido. Mundo no la tuvo y ya está explicado a grandes rasgos el qué y el cómo. Lo demás pueden ser concausas que acaban de explicar cómo el Valencia ha dado ese tropezón del tango.
Concausa prevista y anticipada la ineficacia de los interiores. Lelé, en la derecha, no es el Lelé de la izquierda. Pese a su buena voluntad. Costa tiene en un mismo partido altos y bajos. Buen elemento como chutador en determinadas circunstancias y condiciones. Pero lento como jugador y sin bajar a apoyar a los medios y actuar de enlace con todos los demás.
Que haya un soberbio y extraordinario extremo (Doménech) y otro izquierda muy estimable (Poli) no son motivos bastantes para ganar siempre. El día del Olímpic en Mestalla se puso de relieve la falta de efectividad de los interiores. Los medios merengues tampoco estuvieron a la altura de su papel. Botana retrasado, Goiburu lento y Blasco flojo, permitieron demasiadas confianzas a los contrarios y dejaron en frío a sus compañeros. Otro factor que explica algo.
Finalmente, si bien la defensa blanca cumplió su cometido sin fallos, no podemos decir otro tanto de Pío. El primer gol era francamente parable. Ni tenía fuerza, ni intención, ni podía pillarle de sorpresa. En el segundo, algo parable también, cabe el atenuante de lo imprevisto y aún de estar tapado.
Ganó la Unión un partido difícil, después de haber perdido varios fáciles. Ello hará comprensible su afán de ganar los puntos para no empeorar sus posibilidades. Hará comprensible también que pusieran más ardor del que habíamos visto. De ahí llegamos a la conclusión de que el afán, el tesón y el ardor combativo sirven para algo cuando no se apoyan en la dureza ni en la suciedad. Porque la victoria fue justa y merecida. La Unión jugó, si se quiere, menos científicamente que lo hacía el Levante. Pero fueron al toro. Hubo nervio, y sus elementos decisivos, defensas y portero, hicieron lo que de ellos esperaba el Club. Batirse con interés y acierto.
El match fue de verdadero campeonato. Sin suciedades, pero sin lirismos. Interesante por lo incierto, y con emoción por las situaciones de peligro. En el primer tiempo dominó más el equipo de Vallejo, favorecido por el cuarto medio. Es decir, el viento. En la segunda mitad, el favorecido fue el Valencia. Sin embargo, el dominio no sirvió para nada, puesto que marcaron los que estaban en mayor peligro. En la primera mitad, el Valencia el suyo, marcado por Costa en un buen remate de cabeza a un rechace del portero. Los de la Unión, en la segunda, obra de Nieto y González, por este orden. El segundo de magnífica ejecución.
En el cuadro de distinguidos de cada once, consignemos a Valero, Calpe, Dolz, Paredes (en la segunda parte), Ruano, Nieto y Botella, por los vencedores. A Álvaro, Alepuz, Doménech y Poli, por los vencidos. Tamarit Falaguera hizo un arbitraje por debajo de sus actuaciones. En el primer tiempo dejó de pitar un penalty clarísimo y voluntario al Valencia, por unas manos que malograron un gol. Luego, influenciado por este error, cometió otros. Pero poco a poco se impuso al sistema nervioso, terminando el partido bien... y tres minutos antes de la hora.
Esto no puede sorprender excesivamente. Alguna vez había de ser. Resultaba ya irritante ese continuo ganar. Hasta ofensivo... para los otros. Lo hemos dicho antes de ahora. La potencia ofensiva del Valencia está en los pies de un solo jugador. Así como la defensiva del once de Gallart en tres elementos. Quienes de ellos tuviesen mejor tarde, decidirían el partido. Mundo no la tuvo y ya está explicado a grandes rasgos el qué y el cómo. Lo demás pueden ser concausas que acaban de explicar cómo el Valencia ha dado ese tropezón del tango.
Concausa prevista y anticipada la ineficacia de los interiores. Lelé, en la derecha, no es el Lelé de la izquierda. Pese a su buena voluntad. Costa tiene en un mismo partido altos y bajos. Buen elemento como chutador en determinadas circunstancias y condiciones. Pero lento como jugador y sin bajar a apoyar a los medios y actuar de enlace con todos los demás.
Que haya un soberbio y extraordinario extremo (Doménech) y otro izquierda muy estimable (Poli) no son motivos bastantes para ganar siempre. El día del Olímpic en Mestalla se puso de relieve la falta de efectividad de los interiores. Los medios merengues tampoco estuvieron a la altura de su papel. Botana retrasado, Goiburu lento y Blasco flojo, permitieron demasiadas confianzas a los contrarios y dejaron en frío a sus compañeros. Otro factor que explica algo.
Finalmente, si bien la defensa blanca cumplió su cometido sin fallos, no podemos decir otro tanto de Pío. El primer gol era francamente parable. Ni tenía fuerza, ni intención, ni podía pillarle de sorpresa. En el segundo, algo parable también, cabe el atenuante de lo imprevisto y aún de estar tapado.
Ganó la Unión un partido difícil, después de haber perdido varios fáciles. Ello hará comprensible su afán de ganar los puntos para no empeorar sus posibilidades. Hará comprensible también que pusieran más ardor del que habíamos visto. De ahí llegamos a la conclusión de que el afán, el tesón y el ardor combativo sirven para algo cuando no se apoyan en la dureza ni en la suciedad. Porque la victoria fue justa y merecida. La Unión jugó, si se quiere, menos científicamente que lo hacía el Levante. Pero fueron al toro. Hubo nervio, y sus elementos decisivos, defensas y portero, hicieron lo que de ellos esperaba el Club. Batirse con interés y acierto.
El match fue de verdadero campeonato. Sin suciedades, pero sin lirismos. Interesante por lo incierto, y con emoción por las situaciones de peligro. En el primer tiempo dominó más el equipo de Vallejo, favorecido por el cuarto medio. Es decir, el viento. En la segunda mitad, el favorecido fue el Valencia. Sin embargo, el dominio no sirvió para nada, puesto que marcaron los que estaban en mayor peligro. En la primera mitad, el Valencia el suyo, marcado por Costa en un buen remate de cabeza a un rechace del portero. Los de la Unión, en la segunda, obra de Nieto y González, por este orden. El segundo de magnífica ejecución.
En el cuadro de distinguidos de cada once, consignemos a Valero, Calpe, Dolz, Paredes (en la segunda parte), Ruano, Nieto y Botella, por los vencedores. A Álvaro, Alepuz, Doménech y Poli, por los vencidos. Tamarit Falaguera hizo un arbitraje por debajo de sus actuaciones. En el primer tiempo dejó de pitar un penalty clarísimo y voluntario al Valencia, por unas manos que malograron un gol. Luego, influenciado por este error, cometió otros. Pero poco a poco se impuso al sistema nervioso, terminando el partido bien... y tres minutos antes de la hora.