Ficha de partido
Real Madrid
4 - 1
Valencia CF
Equipos titulares
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Gurruchaga
20'
RegueiroPenalty fallado
25'
Descanso
45'
Gurruchaga
47'
Tonín CondeAsist: Domingo Torredeflot
54'
Olivares
57'
Leoncito (Pen.)
68'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: Real Madrid
Records vs Real Madrid
Máximo goleador: Mundo Suárez (13 goles)
Goleador rival: Raúl (17 goles)
Más partidos: Vicente Asensi (28 partidos)
Mayor victoria: 6 - 0 (09.06.1999)
Mayor derrota: 1 - 7 (23.08.1990)
Más repetido: 1-2 (27 veces)
Crónica
El partido fué mejor en conjunto de lo que prometía al comienzo. Los valencianos, impetuosos y decididos, carburaron con coraje al principio. E inmediatamente se retiró Lazcano y se lesionó Prats. Aquel se ausentó largo rato del campo, y éste, sin marcharse, flotó sobre el terreno, sin que su sacrificio tuviera un valor apreciable. El entusiasmo de los forasteros, el handicap madridista y el valor de la línea atacante valenciana inclinaron la balanza legítimamente en contra de Chamartín. Tuvieron sus mejores momentos entonces los valencianos, sin conseguir romper la resistencia admirable de la defensa internacional.
Cuando aparentemente lisiado volvió Lazcano al campo, el Madrid tardó en desentumecerse todavía, y ello a pesar de contar ya con un goal que Gurruchaga había marcado valientemente. Para que los locales lograran esa ventaja, con un Olivares casi siempre poco acertado, fue menester que Regueiro se multiplicara, ocupando el extremo derecha su propio puesto y hasta el medio ala, que lleva unos partidos muy flojos. El ex irunés, jugando por todos, puso un centro magnífico, que Gurruchaga remató audazmente con la cabeza, enviando la pelota a las mallas.
Nivelado el partido, porque la acometividad valenciana se estrelló cincuenta veces ante Ciriaco y Quincoces, más que por juego, por el entusiasmo de Gurruchaga, se volcó a ratos el ataque madridista contra el reducto rival, ante el que Melenchón-Torregaray jugaron seguros, valientes y siempre correctísimos. Pero en una intervención de Abdón se produjo un penalty, que no había madridista que lanzase. Al fin, Regueiro estrelló la pelota contra el ángulo del marco, y el tiempo concluyó con una mínima ventaja que, como ocho días antes, ponía el resultado en el alero.
Con Lazcano olvidado casi de su lesión, el conjunto madridista inició el segundo tiempo recuperado, pleno de entusiasmo, y activo a nivel de todas las líneas. La fuerte presión local obligó a emplearse a fondo a los valencianos. El extremo Lazcano planteó numerosos centros, hasta que uno de ellos, luego de promover un breve lío, fue rematado, nuevamente por Gurruchaga, y el público premió los esfuerzos del voluntarioso delantero con prolongada ovación.
En lo sucesivo dominó el Madrid, sin permitir al Valencia más que rápidas y casi inofensivas arrancadas. Con una excepción: aquella en que Torredeflot corrió bien su extremo para centrar algo abierto. Zamora hizo una salida poco segura, y, ante la indecisión, Conde aprovechó la oportunidad para fusilar el tanto del honor de los forasteros, muy aplaudido.
Pero ya no salieron los valencianos de su campo. La línea media mejores minutos, y los delanteros no tuvieron ya que bajar para auxiliar a la retaguardia. Pocos minutos después, Ateca hizo un gran cambio de juego, y Regueiro dibujó su mejor arrancada, pasándole el balón adelantado a Olivares, que sólo tuvo que rematar para conseguir el tercer goal. Todavía empleándose a fondo los atacantes locales, nos descubrieron un Nebot excepcional. Pero en el último minuto no pudo detener un penalty con que el arbitro castigó una mano de Torregaray. El disparo de León fue desviado por el guardameta en un gran esfuerzo, pero llegó a la red, e instantes después, con 4-1, concluyó el match.
En el equipo valenciano hay, sobre todo, una gran línea defensiva, a la que se añade un trío medio bueno (mejor el centro) y una vanguardia tan sólo discreta, en la que destacan los extremos. Los interiores, aun haciendo en algún momento alarde de juego, carecen de compenetración. El Madrid, lisiado casi toda la temporada, va sacando adelante sus partidos, con grandes esfuerzos. En el primer tiempo, el domingo, anduvo a la deriva, dominado por un Valencia que no supo aprovechar las oportunidades, aparte la dificultad de franquear la pareja defensiva.
Reintegrado Lazcano y dueño de la moral que da la ventaja por pequeña que sea, los centrales dominaron constantemente. Entonces triunfó Gurruchaga por valor, por decisión, ya que no por calidad. Pero como cada cual da lo que tiene, el éxito del ex-arenero debe ser subrayado por la enorme voluntad que entraña, y no guardarle de nuevo tres meses en el ostracismo para que se enfríen sus virtudes combativas. El arbitraje de Steinborn no fue perfecto, porque le faltó entereza para castigar con precisión, para diferenciar la violencia intolerable de la valentía admisible. Y hubo más de aquélla que de ésta.
Cuando aparentemente lisiado volvió Lazcano al campo, el Madrid tardó en desentumecerse todavía, y ello a pesar de contar ya con un goal que Gurruchaga había marcado valientemente. Para que los locales lograran esa ventaja, con un Olivares casi siempre poco acertado, fue menester que Regueiro se multiplicara, ocupando el extremo derecha su propio puesto y hasta el medio ala, que lleva unos partidos muy flojos. El ex irunés, jugando por todos, puso un centro magnífico, que Gurruchaga remató audazmente con la cabeza, enviando la pelota a las mallas.
Nivelado el partido, porque la acometividad valenciana se estrelló cincuenta veces ante Ciriaco y Quincoces, más que por juego, por el entusiasmo de Gurruchaga, se volcó a ratos el ataque madridista contra el reducto rival, ante el que Melenchón-Torregaray jugaron seguros, valientes y siempre correctísimos. Pero en una intervención de Abdón se produjo un penalty, que no había madridista que lanzase. Al fin, Regueiro estrelló la pelota contra el ángulo del marco, y el tiempo concluyó con una mínima ventaja que, como ocho días antes, ponía el resultado en el alero.
Con Lazcano olvidado casi de su lesión, el conjunto madridista inició el segundo tiempo recuperado, pleno de entusiasmo, y activo a nivel de todas las líneas. La fuerte presión local obligó a emplearse a fondo a los valencianos. El extremo Lazcano planteó numerosos centros, hasta que uno de ellos, luego de promover un breve lío, fue rematado, nuevamente por Gurruchaga, y el público premió los esfuerzos del voluntarioso delantero con prolongada ovación.
En lo sucesivo dominó el Madrid, sin permitir al Valencia más que rápidas y casi inofensivas arrancadas. Con una excepción: aquella en que Torredeflot corrió bien su extremo para centrar algo abierto. Zamora hizo una salida poco segura, y, ante la indecisión, Conde aprovechó la oportunidad para fusilar el tanto del honor de los forasteros, muy aplaudido.
Pero ya no salieron los valencianos de su campo. La línea media mejores minutos, y los delanteros no tuvieron ya que bajar para auxiliar a la retaguardia. Pocos minutos después, Ateca hizo un gran cambio de juego, y Regueiro dibujó su mejor arrancada, pasándole el balón adelantado a Olivares, que sólo tuvo que rematar para conseguir el tercer goal. Todavía empleándose a fondo los atacantes locales, nos descubrieron un Nebot excepcional. Pero en el último minuto no pudo detener un penalty con que el arbitro castigó una mano de Torregaray. El disparo de León fue desviado por el guardameta en un gran esfuerzo, pero llegó a la red, e instantes después, con 4-1, concluyó el match.
En el equipo valenciano hay, sobre todo, una gran línea defensiva, a la que se añade un trío medio bueno (mejor el centro) y una vanguardia tan sólo discreta, en la que destacan los extremos. Los interiores, aun haciendo en algún momento alarde de juego, carecen de compenetración. El Madrid, lisiado casi toda la temporada, va sacando adelante sus partidos, con grandes esfuerzos. En el primer tiempo, el domingo, anduvo a la deriva, dominado por un Valencia que no supo aprovechar las oportunidades, aparte la dificultad de franquear la pareja defensiva.
Reintegrado Lazcano y dueño de la moral que da la ventaja por pequeña que sea, los centrales dominaron constantemente. Entonces triunfó Gurruchaga por valor, por decisión, ya que no por calidad. Pero como cada cual da lo que tiene, el éxito del ex-arenero debe ser subrayado por la enorme voluntad que entraña, y no guardarle de nuevo tres meses en el ostracismo para que se enfríen sus virtudes combativas. El arbitraje de Steinborn no fue perfecto, porque le faltó entereza para castigar con precisión, para diferenciar la violencia intolerable de la valentía admisible. Y hubo más de aquélla que de ésta.