Ficha de partido
Valencia CF
2 - 0
Sh. Donetsk
Equipos titulares
Sustituciones
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
David Villa
30'
Tymoschuk
33'
David Albelda
42'
Marica
42'
David VillaAsist: Joaquín Sánchez
44'
Descanso
45'
BrandaoAghahowa
46'
HubschmanJadson
46'
Jorge LópezEdu Gaspar
52'
Brandao
57'
Jaime GavilánMario Regueiro
63'
Sviderskiy
76'
David SilvaDavid Villa
77'
VorobeyFernandinho
84'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: Sh. Donetsk
Records vs Sh. Donetsk
Máximo goleador: David Villa (2 goles)
Goleador rival: Jadson (1 goles)
Más partidos: David Villa (2 partidos)
Mayor victoria: 2 - 0 (18.10.2006)
Mayor derrota: Ninguna
Más repetido: 2-0 (1 veces)
Crónica
El Valencia no es un equipo de medias tintas. Huye de los grises. O es blanco o es negro. Puede tener un día oscuro, pero habitualmente la claridad ilumina su existencia. Y es que Villa ahuyenta las borrascas. Tener un jugador de estas características facilita mucho la vida. Sabes que en cualquier momento decide. Si además está rodeado de buenas amistades, es el chico perfecto. Ayer sentenció el choque y el pase a octavos de la Liga de Campeones en dos zarpazos, uno de pillo y otro de saber estar en el sitio adecuado. Son dos variantes para un jugador único, que además facilitó que Joaquín por fin pudiera dar una alegría a la parroquia de Mestalla. Se marcó un jugadón de los que habitualmente enseñaba en el Ruiz de Lopera. La finta y el esprint. Pues sí. Esto mismo hizo. Para eso se le fichó. Se marchó del defensa del Shakhtar con un baile mágico y dejó el balón en la cabeza del killer del área.
Con este tanto el Valencia dictaba sentencia. Pero antes Villa hizo una de las suyas para abrir el marcador. Cerca de él no pueden existir las dudas. Las aprovecha todas. No tiene compasión. Es su medio de vida y ahí no perdona ni una. Con el rabillo del ojo veía que el central Leonardo no sabía qué hacer con el balón. Error. Villa se llevó el balón, dejó al portero tumbado y coló el esférico con la zurda. Muy fácil. Lleva ya tres goles en la máxima competición europea y en la lotería del Balón de Oro empieza a meterse muchos boletos en el bolsillo. Quique tiene confianza plena en él. Todos los jugadores entran en las rotaciones menos Villa. Bueno, tampoco Albelda. El muro. Cuando el Shakhtar empezó a estirarse en los primeros minutos, el valenciano se encargó de advertirles de que Mestalla no es un feudo nada agradable para llegar de visitante.
Albelda cortaba, Edu dirigía y Regueiro encontró un amigo por su banda. Le abrió la puerta de su casa cuantas veces llamó el uruguayo. Y el Valencia empezó a acercarse con peligro. Es lo de siempre. Instantes iniciales para situarse sobre el césped y poco a poco el equipo se adelanta hasta que Villa anota. Es tan fácil que parece que no les cuesta ningún esfuerzo. Y cuando el Valencia abre el marcador ya es muy complicado meterle mano. Hasta ahora sólo lo ha conseguido el Celta, que supo aprovechar el día espeso de los jugadores de Quique. Pero esta debilidad se demostró que ha sido pasajera. Ayer se volvió a ver la versión fiable del conjunto blanquinegro, y eso que en el banquillo aparecía Ayala o en Amberes Vicente intentaba restañar sus heridas. En cualquier otro equipo estas bajas serían letales, aquí no.
Ya con el marcador cerrado, el Valencia se dedicó a controlar. No le hacía falta multiplicar el esfuerzo. Había que evitar que el Shakhtar diera algún susto e intentar ampliar la renta. Y en esas fue Villa otra vez el protagonista. El arquero visitante tuvo que sacar un balón que se colaba desde el córner a lanzamiento del asturiano y momentos después quiso que su amigo Morientes se llevara los elogios, pero no lo consiguió. Aún tuvo oportunidad de llevarse otra alegría. La que le dio su afición. Está rendida a sus pies y cuando se retiró para dar entrada al mago Silva la ovación se convirtió en atronadora. Incluso emocionante. Fue lo único destacado de una segunda mitad para olvidar. Sólo el rumano Marica tuvo una opción para marear a Cañizares. Excesivamente poco para un equipo hecho a base de dólares. Al final, el dúo mágico Silva-Gavilán intentó liarla. El futuro está ahí. Mejor, el presente.
Con este tanto el Valencia dictaba sentencia. Pero antes Villa hizo una de las suyas para abrir el marcador. Cerca de él no pueden existir las dudas. Las aprovecha todas. No tiene compasión. Es su medio de vida y ahí no perdona ni una. Con el rabillo del ojo veía que el central Leonardo no sabía qué hacer con el balón. Error. Villa se llevó el balón, dejó al portero tumbado y coló el esférico con la zurda. Muy fácil. Lleva ya tres goles en la máxima competición europea y en la lotería del Balón de Oro empieza a meterse muchos boletos en el bolsillo. Quique tiene confianza plena en él. Todos los jugadores entran en las rotaciones menos Villa. Bueno, tampoco Albelda. El muro. Cuando el Shakhtar empezó a estirarse en los primeros minutos, el valenciano se encargó de advertirles de que Mestalla no es un feudo nada agradable para llegar de visitante.
Albelda cortaba, Edu dirigía y Regueiro encontró un amigo por su banda. Le abrió la puerta de su casa cuantas veces llamó el uruguayo. Y el Valencia empezó a acercarse con peligro. Es lo de siempre. Instantes iniciales para situarse sobre el césped y poco a poco el equipo se adelanta hasta que Villa anota. Es tan fácil que parece que no les cuesta ningún esfuerzo. Y cuando el Valencia abre el marcador ya es muy complicado meterle mano. Hasta ahora sólo lo ha conseguido el Celta, que supo aprovechar el día espeso de los jugadores de Quique. Pero esta debilidad se demostró que ha sido pasajera. Ayer se volvió a ver la versión fiable del conjunto blanquinegro, y eso que en el banquillo aparecía Ayala o en Amberes Vicente intentaba restañar sus heridas. En cualquier otro equipo estas bajas serían letales, aquí no.
Ya con el marcador cerrado, el Valencia se dedicó a controlar. No le hacía falta multiplicar el esfuerzo. Había que evitar que el Shakhtar diera algún susto e intentar ampliar la renta. Y en esas fue Villa otra vez el protagonista. El arquero visitante tuvo que sacar un balón que se colaba desde el córner a lanzamiento del asturiano y momentos después quiso que su amigo Morientes se llevara los elogios, pero no lo consiguió. Aún tuvo oportunidad de llevarse otra alegría. La que le dio su afición. Está rendida a sus pies y cuando se retiró para dar entrada al mago Silva la ovación se convirtió en atronadora. Incluso emocionante. Fue lo único destacado de una segunda mitad para olvidar. Sólo el rumano Marica tuvo una opción para marear a Cañizares. Excesivamente poco para un equipo hecho a base de dólares. Al final, el dúo mágico Silva-Gavilán intentó liarla. El futuro está ahí. Mejor, el presente.