Ficha de partido: 22.09.2010: Valencia CF 1 - 1 Atlético de Madrid

Ficha de partido

Valencia CF
Valencia CF
1 - 1
At. Madrid
At. Madrid

Equipos titulares

Timeline del partido

escudo local
Inicio del partido
0'
escudo visitante
Simao
19'
Jérémy Mathieu
40'
Aritz AdurizAsist: David Albelda
43'
David Albelda
45'
Descanso
45'
Roberto SoldadoChori Domínguez
55'
Hedwiges Maduro
68'
Pablo HernándezJoaquín Sánchez
71'
Antonio López
75'
Jordi AlbaJérémy Mathieu
75'
Juan Mata
76'
Fran MéridaReyes
77'
Mario SuárezRaúl García
81'
Fran Mérida
82'
Jordi Alba
84'
Assunçao
87'
Diego Costa
90'
Mario Suárez
92'
J. ValeraSimao
93'
Final del partido
94'

Estadio



Nombre: Mestalla
Aforo: 55.000 espectadores
Ubicación: Valencia (Valencia) 
Inauguración: 20/05/1923

Rival: At. Madrid

Records vs At. Madrid

Máximo goleador: Mundo Suárez (16 goles)
Goleador rival: Luis Aragonés (12 goles)
Mayor victoria: 9 - 1 (13.09.1936)
Mayor derrota: 0 - 5 (10.11.1985)
Más repetido: 1-1 (22 veces)

Crónica

El Valencia tuvo que tirar de raza para mantenerse invicto, y ahora colíder, en este arranque. Como el día del Racing, en la primera parte no estuvo nada fino, pero en la segunda, con la marcha del Chori el equipo mejoró y se vino arriba. Y de nuevo contra el Atlético apareció una protesta en forma de penalti (a Mata) que pudo cambiar el signo del partido. Como con Zigic, pero esta vez no tan evidente.

Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Y no hay duda. El Valencia lo puso anoche de manifiesto en la jugada que supuso el gol de Simao, con el que el Atlético se adelantaba en el marcador. Un calco del que marcó Forlán también en Mestalla en el encuentro de ida de la Europa League, para poner el empate a dos tantos y dejar a los de Emery con cara de tontos. Como ayer. Idéntico. Córner favorable a los blanquinegros, despeje, balón en poder de los visitantes y contra mortal.

Con tres toques rápidos, a la primera, con instinto asesino, llegó el mazazo. Forlán mandó en diagonal a la banda izquierda por la que se incorporaba Antonio López. El capitán rojiblanco sirvió al centro del área local y, con la zaga valencianista hecha unos zorros, Simao coló el esférico por bajo, con la serenidad que da la experiencia.

Corría el minuto 18 cuando se produjo la acción. Hasta entonces, nadie había dado señales de vida, excepto en un remate con la cabeza de Aduriz, desviado. El Atlético, bien plantado, no dejaba salir a los de Emery. Apretaban de firme desde arriba. Diego Costa y Forlán eran los primeros en hacerlo y, a medida que avanzaba el reloj, al Valencia se le nublaba más la vista. Sin claridad y sin ideas, se veía impotente para superar a un rival férreo, bien armado y sin fisuras que, además, nunca se complicó la existencia y se empleó de manera contundente, sobre todo atrás.

La tónica valencianista en el primer acto fue un querer y no poder, entre otras razones porque nadie fue capaz de poner la máquina en funcionamiento. No hubo quien tuviera arrestos e inspiración para coger la manija y arrancar. Tino Costa no fue el que deslumbró en Bursa ante los turcos. El Chori nunca pudo enganchar y mucho menos meter ese último pase siempre tan necesario para que viva el punta. Y como Joaquín y Mata tampoco estuvieron finos, a pesar de intentarlo todo, De Gea y sus escuderos de la zaga vivieron de forma placentera. El joven guardameta no tuvo que hacer ni una sola intervención.

Algo tenía que preparar Emery en el intermedio. Y lo hizo. De salida, los mismos, pero enseguida metió en liza a Soldado, retirando a un Chori que tuvo una noche aciaga. Mestalla veía a los dos puntas fichados jugar juntos. El Valencia se hizo el ánimo, tiró de casta desde el primer instante de la reanudación y, espoleado por su público, ahora sí que hacía sufrir al rival. No tardó nada. Y tuvo que aparecer el chaval De Gea, ese portero de acciones tan seguras como espectaculares en ocasiones, para salvar el empate. Remate cruzado, muy intencionado de Mata y paradón enviando el cuero a córner.

Se revolucionó el partido, por momento pareció eléctrico. Los visitantes no tuvieron otra que ceder terreno ante el empuje valencianista, pero sin renunciar nunca al contraataque que les ha caracterizado desde antaño. En uno de ellos Forlán se fue en busca de César con todo a favor, apareciendo Maduro para salvar lo que se antojaba el 0-2. El holandés impidió el remate del goleador, sacando el balón con riesgo pero de manera perfecta.

Cuando más adelante el Atlético consiguió restablecer cierto equilibrio y sacudirse ligeramente el empuje local, en las gradas muchos aficionados se preguntaban por qué Pablo Hernández se había tenido que quedar en el banquillo, principalmente por el espléndido momento de forma que atraviesa. El extremo castellonense dispuso de los veinte últimos minutos del encuentro. El Valencia cambió. Atacaba para entonces con Pablo, Aduriz, Soldado y Mata, con la ayuda desde atrás de un Tino Costa mucho más participativo.

La sensación que se ofrecía era que el empate estaba al caer. Pero los de casa volvieron a toparse de bruces con De Gea. Soldado por dos veces. La primera con un remate desde media distancia y la segunda con la cabeza. En ambas acciones, sendos paradones del chaval atlético.

Para que nada faltase, llegó la polémica con Iturralde de por medio. Minuto 75 y, desde la grada, se gritó ¡penalti!. Mata recortó ante la salida de De Gea y pareció que hubo contacto. El árbitro no lo vio así, entendiendo que el valencianista forzó en exceso la caída y le mostró la cartulina admonitoria. Todo seguía igual.

Así hasta el final. Un quiero y no puedo, con el que parecía que se cerraría la madrugada encajando la primera derrota del Valencia en Mestalla, la cual le costaría además el liderato que ganó en Alicante.

Sin embargo apareció Aduriz para arreglarlo, a siete minutos para que expirase el encuentro, ante el delirio de la parroquia. Testarazo perfecto para culminar el servicio desde la banda derecha y un punto salvado.

Del mal el menos, aunque Unai Emery sigue sin saber lo que es ganarle a los equipos dirigidos por Quique Sánchez Flores, que volvió a amargar la noche. A medias, pero disgusto.