Ficha de partido
FC Barcelona
1 - 1
Valencia CF
Equipos titulares
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Descanso
45'
Mendoça
59'
Emilio TerolAsist: Paquito García
89'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: FC Barcelona
Records vs FC Barcelona
Máximo goleador: Mundo Suárez (18 goles)
Goleador rival: Messi (31 goles)
Más partidos: Juan Ramón Santiago (36 partidos)
Mayor victoria: 4 - 0 (18.04.1979)
Mayor derrota: 0 - 7 (03.02.2016)
Más repetido: 1-1 (36 veces)
Crónica
El Valencia acudió al «Camp Nou» con una alineación que al parecer dista bastante de ser la que su entrenador considera como ideal. Lesiones y enfermedad impusieron a los valencianos rectificaciones de líneas e improvisadas suplencias y al propio tiempo es de suponer que acentuó su actitud defensiva.
Con anterioridad al encuentro Mundo anunció que no había secreto alguno: jugaremos un 4-3-3, a lo que nos obliga el jugar en campo contrario y la categoría del adversario. Y así fue. El Valencia jugó un encuentro de campo contrario, cauto y precavido, aunque sin llegar a exagerar la nota, ni hacerle asco alguno a las posibilidades de contraataque que se le brindaron. Fue un poco a tenor de esa mentalidad que sentencia que existen dos clases de fútbol, el que ha de practicarse cuando se juega en casa y el de partido en campo contrario, un equipo frontón. Un obstáculo, sólido y cierto, pero por ser tan concreto, esquivable, acertando con la fórmula oportuna.
Para el Barcelona, que jugó globalmente un encuentro bastante mediocre, el obstáculo resultó, sin duda, de suficiente consideración. Necesitó casi sesenta minutos para vulnerar por primera y única vez, en jugada un tanto confusa, la defensiva blanca. Y al final tuvo todavía el infortunio de ofrecer en bandeja a sus adversarios la ocasión de conseguir un empate, para el que, todo sea dicho, habían hecho méritos escasos.
Al Barcelona le faltó suerte. Eso es innegable. El empate de última hora no refleja en absoluto la realidad de los noventa minutos de juego. Pero es igualmente cierto que el Barcelona anduvo corto de ideas, falto de conjunción y sensiblemente plagado de errores individuales, que en algunas etapas del «match» parecieron contagiarse entre sus jugadores. Los azulgrana no merecieron perder ni empatar, pero lo que hicieron para vencer fue tan vulgar y tan desangelado...
El partido tiene, en verdad, poco que comentar. Su tónica fue constante, inalterable: presión barcelonista, corta de malicia y de remate. Como consecuencia, un gol solitario, conseguido tras no poco trabajo y el partido marchando hacia su desenlace, casi con la conformidad de unos y de Otros. Pero a un minuto del final, un error defensivo local, brinda al Valencia la oportunidad del empate. Eso ha sido todo.
Cuando llegó el descanso dimos un suspiro de alivio. Diremos, en honor a la verdad, que el Barcelona jamás temió por el resultado final y que ni remotamente llegamos a imaginar la posibilidad de una igualada. El suspiro, queda dicho, era estrictamente de alivio, al pensar que por mal que anduvieran las cosas, era improbable que el segundo tiempo pudiese resultar igualmente malo. Efectivamente, en el segundo tiempo fue un poco mejor; sin excesos, pero un poco mejor. La lástima fue que para el Barcelona de nada sirvió, puesto que cuando creíamos asistir a una victoria mínima de características bastante similares a las del partido contra el Bilbao, vino la jugada desdichada que permitía a los visitantes igualar el tanteo, y ello en el último momento, ya sin apelación posible.
La delantera azulgrana, bien lanzada por Muller, que consideramos una reincorporación afortunada y basculando con insistencia sobre el buen momento de juego de Rifé, creó peligros y situaciones de gol reales, colocó a la defensa valencianista en algunos compromisos graves a todo serlo y el gol obtenido a los 13 minutos de juego todos creímos que no quedaría solo en el marcador. El Barça hizo méritos para ampliar el tanteo, pero le falló la fortuna en unas ocasiones y en otras, las más, la decisión rematadora en los últimos metros.
El Valencia, al verse más acosado, cerró líneas hábilmente y, haciendo el juego que le convenía, vio consumirse los minutos sin que llegase el temido segundo tanto barcelonista que habría dejado sentenciado el partido. El premio a ese tesón en la defensa y a no descomponerse tácticamente, pese al martilleo incesante y creciente de los barcelonistas, fue ese gol de última hora un premio que consideramos excesivo para sus méritos, pero ésa es, por otra parte, una historia que en el fútbol se ha dado muchas veces.
Goles: A los 13 minutos del segundo tiempo, a la salida de un córner que saca Rifé y tras un rebote, se origina situación confusa ante el marco visitante, que resuelvo Mendoza rematando por bajo a la red. 1-0. Faltando un minuto para terminar, en una jugada sin peligro, Zabalza falla un despeje y Paquito cede a Terol que, en buena posición, dispara durísimo, colando el esférico por la misma cruz.
Con anterioridad al encuentro Mundo anunció que no había secreto alguno: jugaremos un 4-3-3, a lo que nos obliga el jugar en campo contrario y la categoría del adversario. Y así fue. El Valencia jugó un encuentro de campo contrario, cauto y precavido, aunque sin llegar a exagerar la nota, ni hacerle asco alguno a las posibilidades de contraataque que se le brindaron. Fue un poco a tenor de esa mentalidad que sentencia que existen dos clases de fútbol, el que ha de practicarse cuando se juega en casa y el de partido en campo contrario, un equipo frontón. Un obstáculo, sólido y cierto, pero por ser tan concreto, esquivable, acertando con la fórmula oportuna.
Para el Barcelona, que jugó globalmente un encuentro bastante mediocre, el obstáculo resultó, sin duda, de suficiente consideración. Necesitó casi sesenta minutos para vulnerar por primera y única vez, en jugada un tanto confusa, la defensiva blanca. Y al final tuvo todavía el infortunio de ofrecer en bandeja a sus adversarios la ocasión de conseguir un empate, para el que, todo sea dicho, habían hecho méritos escasos.
Al Barcelona le faltó suerte. Eso es innegable. El empate de última hora no refleja en absoluto la realidad de los noventa minutos de juego. Pero es igualmente cierto que el Barcelona anduvo corto de ideas, falto de conjunción y sensiblemente plagado de errores individuales, que en algunas etapas del «match» parecieron contagiarse entre sus jugadores. Los azulgrana no merecieron perder ni empatar, pero lo que hicieron para vencer fue tan vulgar y tan desangelado...
El partido tiene, en verdad, poco que comentar. Su tónica fue constante, inalterable: presión barcelonista, corta de malicia y de remate. Como consecuencia, un gol solitario, conseguido tras no poco trabajo y el partido marchando hacia su desenlace, casi con la conformidad de unos y de Otros. Pero a un minuto del final, un error defensivo local, brinda al Valencia la oportunidad del empate. Eso ha sido todo.
Cuando llegó el descanso dimos un suspiro de alivio. Diremos, en honor a la verdad, que el Barcelona jamás temió por el resultado final y que ni remotamente llegamos a imaginar la posibilidad de una igualada. El suspiro, queda dicho, era estrictamente de alivio, al pensar que por mal que anduvieran las cosas, era improbable que el segundo tiempo pudiese resultar igualmente malo. Efectivamente, en el segundo tiempo fue un poco mejor; sin excesos, pero un poco mejor. La lástima fue que para el Barcelona de nada sirvió, puesto que cuando creíamos asistir a una victoria mínima de características bastante similares a las del partido contra el Bilbao, vino la jugada desdichada que permitía a los visitantes igualar el tanteo, y ello en el último momento, ya sin apelación posible.
La delantera azulgrana, bien lanzada por Muller, que consideramos una reincorporación afortunada y basculando con insistencia sobre el buen momento de juego de Rifé, creó peligros y situaciones de gol reales, colocó a la defensa valencianista en algunos compromisos graves a todo serlo y el gol obtenido a los 13 minutos de juego todos creímos que no quedaría solo en el marcador. El Barça hizo méritos para ampliar el tanteo, pero le falló la fortuna en unas ocasiones y en otras, las más, la decisión rematadora en los últimos metros.
El Valencia, al verse más acosado, cerró líneas hábilmente y, haciendo el juego que le convenía, vio consumirse los minutos sin que llegase el temido segundo tanto barcelonista que habría dejado sentenciado el partido. El premio a ese tesón en la defensa y a no descomponerse tácticamente, pese al martilleo incesante y creciente de los barcelonistas, fue ese gol de última hora un premio que consideramos excesivo para sus méritos, pero ésa es, por otra parte, una historia que en el fútbol se ha dado muchas veces.
Goles: A los 13 minutos del segundo tiempo, a la salida de un córner que saca Rifé y tras un rebote, se origina situación confusa ante el marco visitante, que resuelvo Mendoza rematando por bajo a la red. 1-0. Faltando un minuto para terminar, en una jugada sin peligro, Zabalza falla un despeje y Paquito cede a Terol que, en buena posición, dispara durísimo, colando el esférico por la misma cruz.