Ficha de partido: 31.01.1960: RCD Espanyol 0 - 2 Valencia CF

Ficha de partido

RCD Espanyol
RCD Espanyol
0 - 2
Valencia CF
Valencia CF

Equipos titulares

Timeline del partido

escudo local
Inicio del partido
0'
escudo visitante
José Raúl AveiroAsist: Walter Marciano
1'
Carlos SanabriaAsist: Daniel Mañó
23'
Descanso
45'
Final del partido
90'

Estadio



Nombre: Sarriá
Aforo: 44.000 espectadores
Ubicación: Barcelona (Barcelona) 
Inauguración: 18/02/1923 (Demolido en 1997)

Rival: RCD Espanyol

Records vs RCD Espanyol

Máximo goleador: Mundo Suárez (21 goles)
Goleador rival: Prat (9 goles)
Mayor victoria: 4 - 0 (19.10.2003)
Mayor derrota: 0 - 7 (10.06.1928)
Más repetido: 2-1 (25 veces)

Crónica

Más de un espectador, al levantar la cabeza, después de comprobar en su reloj la hora del comienzo del partido, tuvo que abrir la boca, con irreprimible sorpresa, porque la pelota en tan breve tiempo ya había entrado en la puerta del Español. Así de imprevistas y relampagueantes fueron la victoria del Valencia y consiguiente derrota del Español. En efecto, iniciado el partido por el delantero centro valencianista, Aveiro, avanzó velozmente el interior Egea, envió la pelota dentro del área defensiva blanquiazul, falló al intentar el corte Bartolí, y Aveiro precipitándose impetuosamente hacia delante, fusiló sobre la salida desesperada de Vicente, al que batió de un tiro raso y colocado.

Casi el mismo tiempo que se tarda en leer su descripción duró la jugada en la realidad, una jugada que en diez segundos, los diez segundos iniciales del tiempo reglamentario, decidió el sino del encuentro, porque su influencia fue superior a las fuerzas del Español para remontarla, de tal manera que esos diez segundos pesaron más que los casi noventa minutos que todavía estaban por jugar. Y para que no quedase duda alguna sobre su derrota, el Español perdió por otro gol más. En total, pues, dos a cero.

Un gol a los diez segundos de juego cambia totalmente la perspectiva de un partido de fútbol, pues resulta indudable que la mezcla de moral y técnica sobre que se asienta la labor de los equipos es totalmente diferente si, además de sus cualidades propias, cuentan con un gol a favor o en contra. Y esta es la situación en que, respectivamente, se hallaron en esta ocasión el Valencia y el Español cuando puede decirse que prácticamente comenzaban a disputar el encuentro.

Aquí no se trata de justificar a nadie, y menos todavía de restar méritos, pero si de dar una impresión lo más ajustada posible a la realidad de la situación, porque solamente asi se hacen comprensibles sus consecuencias. Y la realidad es que un equipo como el Español, que si ha venido progresando en su formación no puede decirse todavía que haya llegado a su solidez, se enfrentaba desde el mismo comienzo del encuentro no con una, sino con dos tareas, cualquiera de las cuales por sí sola le hubiera embargado por completo todas sus posibilidades para hacerles frente con esperanzas de éxito: remontar un gol encajado con la agravante (aquí es al revés de la jurídica) de su impremeditación, la primera, y hacerlo frente a un Valencia, como luego se manifestó, la
segunda.

Esto requiere inmediatamente una explicación, porque pudiera parecer un despropósito desligar una tarea de la otra, cuando ambas venían impuestas por las mismas circunstancias, ya que en definitiva el Español tenía que remontar el gol precisamente ante su adversario, que no era otro sino el mismo Valencia, que se lo había marcado de manera tan inesperada. El caso es, empero, que ese Valencia, que se presentó en Sarria abarrotado de público, atraído por el interés indudable del encuentro ocupando exactamente el primer lugar de la segunda parte de la clasificación, casi con los mismos goles a favor que en contra y aquéllos casi a la misma distancia del que más y el que menos; es decir, un conjunto en una posición de modesto equilibrio, se mostró como un equipo de potencia suficiente para ser un adversario del Español capaz, aun sin el sagaz aprovechamiento de las circunstancias, como evidentemente sucedió, de disputarle los puntos con indudables posibilidades.

Se comprenderá asi por qué he dicho que al ser batida su puerta tan prematuramente, el Español se vio obligado a hacer frente a una tarea que puede considerarse doble en cuanto a su dificultad, aunque, como es natural, fuese sólo una y la misma en cuanto a su realidad.

A pesar de que, como después se comprobó, el Español no podría quitarse de encima la pesada losa del gol en contra, su primera reacción fue decidida e insistente y a los tres minutos Pesudo evitó el empate deteniendo un disparo raso de Coll, que culminó una de las mejores combinaciones españolistas. Pero como quiera que después de algunos intentos más el Español comenzó a añejar-el ritmo y el Valencia, a su vez, empezó a lanzar sus temibles contraataques, el
preparador del Español, a los dieciocho minutos, decidió variar la alineación de sus jugadores, pasando Rivás a la defensa y constituyendo la delantera con Camps, Sastre, Indio, Coll y Aguirre.

La intención era evidentemente reforzar la potencia de ataque, que comenzaba a flaquear ante la dureza defensiva valenciana, pero la consecuencia fue queden una de sus réplicas el Valencia sorprendió las líneas españolistas muy adelantadas y una jugada de Egea la aprovechó Sanabria, volante que había apoyado el ataqué, para de manera semejante al primer gol disparar anticipándose a la salida de Vicente, que había quedado desamparado y no pudo evitar el segundo gol. A los veintitrés minutos de juego quedó establecido el resultado del encuentra y ya desde entonces fue evidente que la victoria valenciana sería inamovible.

En realidad aquí podría terminar el comentario del encuentro, pues el resto del partido no aportó novedades de ninguna clase. No obstante, antes del descanso el Español pudo por lo menos haber acortado la distancia cuando Sastre remató de cabeza un saque de falta, pero batido Pesudo, la pelota salió un poco por encima del larguero, o cuando Indio, después de una jugada muy voluntariosa de Sastre, quedó solo ante la puerta desguarnecida, pero tiró mal y alto. El Español, aunque con vacilaciones, continuó batallando, pero sin efectividad.

En el segundo tiempo hubo ratos de lodo. Dominó a veces el Español, pero a veces se desanimó y niveló el Valencia. Entre la iniciativa blanquiazul los valencianos lanzaron sus veloces contraataques, en los que destacaron Maño (el Gento valenciano) y Egea. El Valencia fue haciendo más sólida y más dura su labor defensiva. Y Pesudo solventó con éxito las dos o tres ocasiones de mayor peligro. Por ejemplo, un saque directo de Indio y un disparo de Camps en el último minuto. También Vicente evitó un gol lanzándose hacia un tortísimo tiro de Egea y Dauder terminó ds resolver la situación. Aunque disputado, el segundo tiempo no tuvo la emoción que le hubiera dado una menor diferencia de goles, o mejor dicho, su interés radicó en la posibilidad de que el Español
lograse establecerla con tiempo de intentar algo más.

La verdad monda y lironda es que el Español, si desde el primer momento arrastró la pesada carga del gol desalentador en, contra, también desde el primer momento se estrelló estérilmente contra una barrera defensiva que le fue absolutamente imposible atravesar. Para haberlo conseguido careció de corpulencia y careció también de habilidad para compensarla. En cambio, incurrió en un exceso de individualismo y adoleció de remate.

El segundo gol, en un afortunado contraataque del Valencia, puso el inri en la derrota españolista y el acento en una labor defensiva de los vencedores, que si al principio adoptaron el 4-2-4 a base de Walter, fueron aumentando la densidad de sus líneas zagueras con tantos hombres como requería la necesidad de cada momeito Pero al mismo tiempo con la virtud de contraatacar veloces, decididos y profundos, haciendo vacilar a la defensa españolista, en la que la ausencia de Argües por lesión se notó más de lo que pudiera esperarse.

Y como música fie fondo de la disputa debe ponerse la dureza sin contemplaciones (justo es decir también que sin violencia) de los defensores valencianistas, que Zariquiegui, arbitro que deja jugar hasta el límite máximo, aceptó como buena...