Ficha de partido
Sevilla FC
1 - 1
Valencia CF
Equipos titulares
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Walter Marciano (Falta)
10'
Diéguez (Pen.)
39'
Descanso
45'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: Sevilla FC
Records vs Sevilla FC
Máximo goleador: Mundo Suárez (28 goles)
Goleador rival: Campanal (21 goles)
Más partidos: Fernando Gómez (31 partidos)
Mayor victoria: 8 - 0 (17.10.1943)
Mayor derrota: 3 - 10 (13.10.1940)
Más repetido: 2-0 (27 veces)
Crónica
Un mal partido, tanto por parte del once sevillista, como por la valencianista, y un resultado lógico: empate a uno. Resultado que, ya campeaba en el marcador durante el intermedio.
Resultado lógico, a tenor de cómo ambos equipos se desenvolvieron, y por lo tanto, justo. Ninguno de los dos antagonistas hicieron méritos para triunfar, aunque en honor a la verdad, debemos precisar que los levantinos, llevaron siempre la iniciativa, o mandaron en el centro del terreno.
En dos hombres, radicaron las actuaciones fundamentales del encuentro. En Achucarro y en Tercero. El medio ala izquierda local y el interior derecha valenciano. El primero, mal situado siempre, trotando a tontas y a locas, sin ejercer el debido marcaje sobre Tercero, y por el contrario, entorpeciendo la labor de sus zagueros, facilitó el entramado que los valencianos establecieron en la zona ancha, al retroceder a
Walter y a Tercero, a la altura de los volantes, y organizar desde allí los avances contra el área sevillista, donde llegaban con facilidad, primordialmente, por conducir el juego sobre las alas, anticiparse al enemigo gracias al perfecto y rápido control, y entrega de la pelota que lucieron, y en fin, por la velocidad que imprimieron. Después, una vez ante el marco de Mut, todo el esfuerzo se disolvía en el afán de precisar los remates, dando lugar a que los defensas andaluces se rehicieran o bien, simplemente, porque fallban inexplicablemente los disparos.
Atrás, el trío defensivo rojo (el valencia hoy) poco o nada tenía que hacer, y salvo contadas ocasiones tuvo que emplearse Pesudo a fondo, para neutralizar los avances de los chicos del Sevilla.
Aparte de la desorganizacíón que Achucarro originó con los sucesivos errores padecidos, no obstante la certera actuación de Ruiz Sosa, afanoso en remediar los desaciertos del paraguayo y a la vez cumplir con su misión de engarce, tuvo también gran culpa de la pésima tarde anda
andaluza, la obsesión repetidamente apreciada en las huestes de Miró, cuando el antagonista no ofrece las facilidades de los equipos que abren líneas y chocando de frente contra la defensa contraria, con lo que simplifica el trabajo de la misma. Y máxime, ante un trío zaguero como el valenciano que, aparte de su decisión y perfecta colocación, tuvo en Roberto y en Egea unos espléndidos colaboradores, reforzados más con la asistencia de Tercero y Walter, cuando era necesario.
En realidad, el Valencia dedicó sus esfuerzos a destruir el juego enemigo, pero como éste no sólo le facilitó la tarea en dicho aspecto, debido a los motivos indicados, tuvieron todavía margen (mucho margen los levantinos) para atacar y para poner en aprieto el marco de Mut que, si no fue batido por mayor amplitud, obedeció a paradojas tan comunes en el fútbol. Sin contar, claro está, con la imprecisión rematadora de los mestalleros.
Ha vuelto a demostrarse hoy que al Sevilla no le van los equipos pegajosos y combativos, y que tan sólo frente a aquellos que juegan y dejan jugar (según el gracismo popular) luce sus virtudes y alcanza resonantes victorias.
El Valencia, ha recuperado fácilmente el punto que perdió ante los sevillistas durante la primera vuelta y el público ha abandonado el Estadio Sánchez Pizjuén, bastante desilusionado.
A los nueve minutos, Walter, saca una falta cerca del área local, lo hace por bajo, y por el único hueco existente en la muralla blanca; el balón llega a la red rozando el poste derecho y sin que Mut, se enterara. El gol, ha sido una copia exacta del que Ruiz Sosa obtuvo en Heliópolis, hace quince días, y que abrió la cuenta sevillista sobre el Betis.
A los 39 minutos, sobrevieno el empate, al ejecutar Diéguez un penalty con que fue sancionado el Valencia, por falta de Mestre a Antoniet. El arbitraje de Novella, desastroso, especialmente en los últimos minutos de juego.
Resultado lógico, a tenor de cómo ambos equipos se desenvolvieron, y por lo tanto, justo. Ninguno de los dos antagonistas hicieron méritos para triunfar, aunque en honor a la verdad, debemos precisar que los levantinos, llevaron siempre la iniciativa, o mandaron en el centro del terreno.
En dos hombres, radicaron las actuaciones fundamentales del encuentro. En Achucarro y en Tercero. El medio ala izquierda local y el interior derecha valenciano. El primero, mal situado siempre, trotando a tontas y a locas, sin ejercer el debido marcaje sobre Tercero, y por el contrario, entorpeciendo la labor de sus zagueros, facilitó el entramado que los valencianos establecieron en la zona ancha, al retroceder a
Walter y a Tercero, a la altura de los volantes, y organizar desde allí los avances contra el área sevillista, donde llegaban con facilidad, primordialmente, por conducir el juego sobre las alas, anticiparse al enemigo gracias al perfecto y rápido control, y entrega de la pelota que lucieron, y en fin, por la velocidad que imprimieron. Después, una vez ante el marco de Mut, todo el esfuerzo se disolvía en el afán de precisar los remates, dando lugar a que los defensas andaluces se rehicieran o bien, simplemente, porque fallban inexplicablemente los disparos.
Atrás, el trío defensivo rojo (el valencia hoy) poco o nada tenía que hacer, y salvo contadas ocasiones tuvo que emplearse Pesudo a fondo, para neutralizar los avances de los chicos del Sevilla.
Aparte de la desorganizacíón que Achucarro originó con los sucesivos errores padecidos, no obstante la certera actuación de Ruiz Sosa, afanoso en remediar los desaciertos del paraguayo y a la vez cumplir con su misión de engarce, tuvo también gran culpa de la pésima tarde anda
andaluza, la obsesión repetidamente apreciada en las huestes de Miró, cuando el antagonista no ofrece las facilidades de los equipos que abren líneas y chocando de frente contra la defensa contraria, con lo que simplifica el trabajo de la misma. Y máxime, ante un trío zaguero como el valenciano que, aparte de su decisión y perfecta colocación, tuvo en Roberto y en Egea unos espléndidos colaboradores, reforzados más con la asistencia de Tercero y Walter, cuando era necesario.
En realidad, el Valencia dedicó sus esfuerzos a destruir el juego enemigo, pero como éste no sólo le facilitó la tarea en dicho aspecto, debido a los motivos indicados, tuvieron todavía margen (mucho margen los levantinos) para atacar y para poner en aprieto el marco de Mut que, si no fue batido por mayor amplitud, obedeció a paradojas tan comunes en el fútbol. Sin contar, claro está, con la imprecisión rematadora de los mestalleros.
Ha vuelto a demostrarse hoy que al Sevilla no le van los equipos pegajosos y combativos, y que tan sólo frente a aquellos que juegan y dejan jugar (según el gracismo popular) luce sus virtudes y alcanza resonantes victorias.
El Valencia, ha recuperado fácilmente el punto que perdió ante los sevillistas durante la primera vuelta y el público ha abandonado el Estadio Sánchez Pizjuén, bastante desilusionado.
A los nueve minutos, Walter, saca una falta cerca del área local, lo hace por bajo, y por el único hueco existente en la muralla blanca; el balón llega a la red rozando el poste derecho y sin que Mut, se enterara. El gol, ha sido una copia exacta del que Ruiz Sosa obtuvo en Heliópolis, hace quince días, y que abrió la cuenta sevillista sobre el Betis.
A los 39 minutos, sobrevieno el empate, al ejecutar Diéguez un penalty con que fue sancionado el Valencia, por falta de Mestre a Antoniet. El arbitraje de Novella, desastroso, especialmente en los últimos minutos de juego.