Ficha de partido
Dep. Coruña
2 - 4
Valencia CF
Equipos titulares
10
Sustituciones
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Joaquín Sánchez (Pen.)
9'
Rubén BarajaAsist: Jaime Gavilán
15'
Xisco
28'
Fernando MorientesAsist: Joaquín Sánchez
37'
Guardado
38'
Descanso
45'
Manuel Pablo
45'
BodipoXisco
63'
RikiJuan Rodríguez
63'
Miguel Ángel AnguloJaime Gavilán
64'
CristianGuardado
73'
Fernando MorientesAsist: David Silva
73'
Javier ArizmendiJoaquín Sánchez
76'
Nikola ZigicFernando Morientes
81'
Bodipo
87'
Iván Helguera
89'
Iván Helguera
92'
Final del partido
93'
Estadio
Rival: Dep. Coruña
Records vs Dep. Coruña
Máximo goleador: David Villa (10 goles)
Goleador rival: Bebeto (5 goles)
Más partidos: Vicente Asensi (20 partidos)
Mayor victoria: 7 - 1 (23.01.1949)
Mayor derrota: 1 - 5 (19.02.1950)
Más repetido: 2-1 (14 veces)
Crónica
Riazor también vio en acción al Valencia visitante. Al que juega y gana a domicilio. Al que cuenta sus desplazamientos de esta temporada -en todas las competiciones- por victorias. Y al que, en esta oportunidad, le fue más sencillo de lo previsto llevarse a casa los tres puntos.
Y no fue el Valencia rácano, tacaño en su fútbol, de Almería, Sevilla o Huelva. Fue un Valencia que desde el pitido inicial salió dispuesto a tomar el mando y marcar las diferencias cuanto antes, con la intención de evitar problemas y aprietos finales, nunca aconsejables. Trasladó su teórica superioridad a la práctica, al césped, dando la cara y jugando al fútbol sin renunciar al sacrificio, a la entrega siempre necesaria. Por eso superó a un Deportivo todavía en embrión, en época de transición, pleno de juventud -y de inexperiencia-, al que sus ilustres veteranos ya no pueden aguantar.
La decisión valencianista permitió al equipo adelantarse muy pronto en el marcador. Habían transcurrido tan solo nueve minutos y Joaquín -que ya se había hinchado de entrar por su banda-, provocó y marcó el primer tanto. Sevilla y Villarreal se habían colocado, casi al mismo tiempo, con dos goles de ventaja sobre Levante y Barcelona. Fue aparecer en el electrónico ambos marcadores y el Valencia dijo que no quería ser menos. Jugada muy bien hilvanada entre Morientes, Silva y Gavilán que remató Baraja. Todos igual.
Sin embargo, no eran los dos goles lo que daba tranquilidad. El placentero partido lo permitía la suficiencia de un Valencia firme, bien plantado, con las líneas juntas y la posesión y buena circulación del balón. Albelda y Baraja eran los de antaño. El primero parando y el segundo distribuyendo. Joaquín quiso desde que arrancó el partido y le salía todo. Silva, entre líneas, a lo suyo; Morientes colaboraba con movilidad y Gavilán no desentonaba. Y cuando el Deportivo -que movía bien el cuero aunque sin hacer daño- llegaba al área valencianista, allí estaba omnipresente Helguera, un seguro de vida. Los de Lotina se rebelaron a su suerte, metieron una marcha más y forzaron la máquina. Un mal entendimiento entre Cañizares y Albiol provocó que el balón se estrellara en el poste tras no sujetarlo el meta. La acción animó más todavía a los locales que, con Verdú buscando el último pase, Guardado profundizando por la izquierda y Xisco atento arriba, recortaron la diferencia al filo de la media hora.
El partido se tornó frenético, nadie concedió tregua. La grada empujaba a tope y el Valencia tuvo que apretarse los machos y trabajar ahora en defensa de su portería. Nadie escatimó nada, lo que no fue suficiente para impedir un susto. Por fortuna, un gol de Verdú no fue tal porque la acción había sido invalidada previamente. La respuesta de los valencianistas, para plasmar la diferencia existente entre un equipo y el otro, no se hizo esperar. Joaquín, espléndido, levantó la cabeza, vio a Morientes y le puso el balón como le gusta al nueve, que hizo lo que mejor sabe: saltar, girar el cuello y conectar. Marcando los tiempos como sólo los grandes arietes saben hacerlo. Inapelable. 1-3. En el segundo acto bastó con no cometer errores para tener el choque bajo control. Incluso se perdonó en las contras, a pesar del cuarto gol. En resumen, victoria y mejoría en el juego. Soler debe pedir a la Federación Española que permita a su equipo jugar toda la Liga como visitante. Lejos de Mestalla.
Y no fue el Valencia rácano, tacaño en su fútbol, de Almería, Sevilla o Huelva. Fue un Valencia que desde el pitido inicial salió dispuesto a tomar el mando y marcar las diferencias cuanto antes, con la intención de evitar problemas y aprietos finales, nunca aconsejables. Trasladó su teórica superioridad a la práctica, al césped, dando la cara y jugando al fútbol sin renunciar al sacrificio, a la entrega siempre necesaria. Por eso superó a un Deportivo todavía en embrión, en época de transición, pleno de juventud -y de inexperiencia-, al que sus ilustres veteranos ya no pueden aguantar.
La decisión valencianista permitió al equipo adelantarse muy pronto en el marcador. Habían transcurrido tan solo nueve minutos y Joaquín -que ya se había hinchado de entrar por su banda-, provocó y marcó el primer tanto. Sevilla y Villarreal se habían colocado, casi al mismo tiempo, con dos goles de ventaja sobre Levante y Barcelona. Fue aparecer en el electrónico ambos marcadores y el Valencia dijo que no quería ser menos. Jugada muy bien hilvanada entre Morientes, Silva y Gavilán que remató Baraja. Todos igual.
Sin embargo, no eran los dos goles lo que daba tranquilidad. El placentero partido lo permitía la suficiencia de un Valencia firme, bien plantado, con las líneas juntas y la posesión y buena circulación del balón. Albelda y Baraja eran los de antaño. El primero parando y el segundo distribuyendo. Joaquín quiso desde que arrancó el partido y le salía todo. Silva, entre líneas, a lo suyo; Morientes colaboraba con movilidad y Gavilán no desentonaba. Y cuando el Deportivo -que movía bien el cuero aunque sin hacer daño- llegaba al área valencianista, allí estaba omnipresente Helguera, un seguro de vida. Los de Lotina se rebelaron a su suerte, metieron una marcha más y forzaron la máquina. Un mal entendimiento entre Cañizares y Albiol provocó que el balón se estrellara en el poste tras no sujetarlo el meta. La acción animó más todavía a los locales que, con Verdú buscando el último pase, Guardado profundizando por la izquierda y Xisco atento arriba, recortaron la diferencia al filo de la media hora.
El partido se tornó frenético, nadie concedió tregua. La grada empujaba a tope y el Valencia tuvo que apretarse los machos y trabajar ahora en defensa de su portería. Nadie escatimó nada, lo que no fue suficiente para impedir un susto. Por fortuna, un gol de Verdú no fue tal porque la acción había sido invalidada previamente. La respuesta de los valencianistas, para plasmar la diferencia existente entre un equipo y el otro, no se hizo esperar. Joaquín, espléndido, levantó la cabeza, vio a Morientes y le puso el balón como le gusta al nueve, que hizo lo que mejor sabe: saltar, girar el cuello y conectar. Marcando los tiempos como sólo los grandes arietes saben hacerlo. Inapelable. 1-3. En el segundo acto bastó con no cometer errores para tener el choque bajo control. Incluso se perdonó en las contras, a pesar del cuarto gol. En resumen, victoria y mejoría en el juego. Soler debe pedir a la Federación Española que permita a su equipo jugar toda la Liga como visitante. Lejos de Mestalla.