Ficha de partido
Valencia CF
1 - 1
FC Barcelona
Equipos titulares
Sustituciones
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Leandro MachadoAsist: Xabier Eskurza
40'
Descanso
45'
Iván Campo
54'
Stoichkov
54'
PizziAmor
59'
Iñaki HurtadoXabier Eskurza
66'
Ronaldo
69'
Gaizka MendietaJorge Otero
75'
Patxi Ferreira
75'
Vicente Engonga
79'
AmunikeStoichkov
81'
ÓscarGiovanni
81'
Pepe GálvezClaudio López
85'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: FC Barcelona
Records vs FC Barcelona
Máximo goleador: Mundo Suárez (18 goles)
Goleador rival: Messi (31 goles)
Más partidos: Juan Ramón Santiago (36 partidos)
Mayor victoria: 4 - 0 (18.04.1979)
Mayor derrota: 0 - 7 (03.02.2016)
Más repetido: 1-1 (36 veces)
Crónica
El Valencia no rompió la racha del Barcelona, pero la falta de ambición del colectivo de Bobby Robson hizo que se repartieran los puntos. Aceptable para el Valencia y malo para un Barça que no puede permitirse el lujo de fallar en esta recta final del campeonato.
El comienzo del partido pintaba mal para el Valencia. La consigna de Jorge Valdano era parar a Ronaldo, pero sus jugadores no la siguieron. No había transcurrido el primer minuto cuando el delantero brasileño se plantó solo ante Zubizarreta que sacó una mano de forma magistral para evitar el primer gol. Dos minutos después, el mismo protagonista probaba fortuna desde fuera del área pero su lanzamiento salió alto por poco. Eran los primeros sustos de un Barcelona que no estaba dispuesto a irse de vacío. Decir que los Valencia-Barça apasionan no es una afirmación gratuita. El de ayer fue buena prueba de ello sobre todo después de ver un primer cuarto de hora en el que ambos equipos dispusieron de seis claras ocasiones para abrir el marcador.
Los de Robson fueron los que primero avisaron, pero, poco a poco, el cuadro valencianista mostró sus mejores armas en la velocidad de Claudio López y la capacidad de desmarque de Moya. Era el argentino quien, en un principio fulgurante, desbordaba una y otra vez la banda defendida por Ferrer. Vitor Baia, por su parte, fue quien evitó que el Valencia se adelantara después de que el Piojo se plantara también solo ante el meta portugués. Tuvieron que pasar 25 minutos para que el Barça serenara el juego ante un Valencia que prefería jugar al contragolpe. Guardiola, desdibujado durante todo el partido, e Iván de la Peña, que sólo brilló en algunas fases de la segunda mitad, comenzaron a tocar el balón y a distribuir juego. Pero fue de forma intermitente y muy sincopada.
Giovanni protagonizó una excepcional jugada y dejó un balón en franquicia a un flojo Amor que tampoco supo batir al meta internacional del Valencia. Sin embargo, el Barcelona no terminaba de hacerse con la manija del partido y fueron en esos momentos de indefinición cuando el Valencia aprovechó su oportunidad. Eskurza recogió un rechace, levantó la vista y templó un balón a la cabeza del brasileño Leandro que lo envió a las mallas. Faltaban cuatro minutos para el descanso y Mestalla respiró.
En la segunda mitad, el Barcelona sacó fuerzas de flaqueza. Robson movió el banquillo con una apuesta claramente ofensiva. Se fue Amor y entró Pizzi, y el partido se abrió. Giovanni, que sólo brillaba a ráfagas, tomó mayor responsabilidad en ataque. Lo mismo hizo su compañero Stoichkov con su aguerrida actitud. Fue el delantero búlgaro quien pudo empatar, pero desperdició dos claras ocasiones ante el veterano Zubi.
Con la entrada de Pizzi en el campo la defensa valencianista empezó a dejar demasiados huecos. Fruto de estos momentos de poca colocación llegó el empate. Stoichkov centró un balón inimaginable, Zubizarreta, que no había tenido ni un solo error durante todo el partido, se tragó el cuero y Ronaldo sólo tuvo que alojar el balón dentro de la portería valencianista. Pero lejos de que el gol significara una mejoría en el juego azulgrana, los chicos de Robson levantaron el pie del acelerador y perdonaron la vida a un Valencia que estaba tocado. Esta circunstancia fue la que permitió rehacerse al grupo de Valdano que, aunque se mostraba inoperante en ataque, cerró filas en defensa e impidió que el Barça lograra su propósito. El partido decayó en ritmo y aunque Robson intentó dar mayor profundidad con la entrada de Oscar y Amunike, todo parecía visto para sentencia.
El Barcelona había especulado demasiado, se había dejado vencer por el excesivo respeto a un Valencia correoso que ayer hizo uno de los mejores encuentros de una temporada aciaga. La oportunidad perdida por el conjunto azulgrana pone de manifiesto una cierta desidia. Da la sensación de que ni Robson ni sus hombres creen en los milagros. Ya dan por hecho que el Madrid está demasiado lejos.
El comienzo del partido pintaba mal para el Valencia. La consigna de Jorge Valdano era parar a Ronaldo, pero sus jugadores no la siguieron. No había transcurrido el primer minuto cuando el delantero brasileño se plantó solo ante Zubizarreta que sacó una mano de forma magistral para evitar el primer gol. Dos minutos después, el mismo protagonista probaba fortuna desde fuera del área pero su lanzamiento salió alto por poco. Eran los primeros sustos de un Barcelona que no estaba dispuesto a irse de vacío. Decir que los Valencia-Barça apasionan no es una afirmación gratuita. El de ayer fue buena prueba de ello sobre todo después de ver un primer cuarto de hora en el que ambos equipos dispusieron de seis claras ocasiones para abrir el marcador.
Los de Robson fueron los que primero avisaron, pero, poco a poco, el cuadro valencianista mostró sus mejores armas en la velocidad de Claudio López y la capacidad de desmarque de Moya. Era el argentino quien, en un principio fulgurante, desbordaba una y otra vez la banda defendida por Ferrer. Vitor Baia, por su parte, fue quien evitó que el Valencia se adelantara después de que el Piojo se plantara también solo ante el meta portugués. Tuvieron que pasar 25 minutos para que el Barça serenara el juego ante un Valencia que prefería jugar al contragolpe. Guardiola, desdibujado durante todo el partido, e Iván de la Peña, que sólo brilló en algunas fases de la segunda mitad, comenzaron a tocar el balón y a distribuir juego. Pero fue de forma intermitente y muy sincopada.
Giovanni protagonizó una excepcional jugada y dejó un balón en franquicia a un flojo Amor que tampoco supo batir al meta internacional del Valencia. Sin embargo, el Barcelona no terminaba de hacerse con la manija del partido y fueron en esos momentos de indefinición cuando el Valencia aprovechó su oportunidad. Eskurza recogió un rechace, levantó la vista y templó un balón a la cabeza del brasileño Leandro que lo envió a las mallas. Faltaban cuatro minutos para el descanso y Mestalla respiró.
En la segunda mitad, el Barcelona sacó fuerzas de flaqueza. Robson movió el banquillo con una apuesta claramente ofensiva. Se fue Amor y entró Pizzi, y el partido se abrió. Giovanni, que sólo brillaba a ráfagas, tomó mayor responsabilidad en ataque. Lo mismo hizo su compañero Stoichkov con su aguerrida actitud. Fue el delantero búlgaro quien pudo empatar, pero desperdició dos claras ocasiones ante el veterano Zubi.
Con la entrada de Pizzi en el campo la defensa valencianista empezó a dejar demasiados huecos. Fruto de estos momentos de poca colocación llegó el empate. Stoichkov centró un balón inimaginable, Zubizarreta, que no había tenido ni un solo error durante todo el partido, se tragó el cuero y Ronaldo sólo tuvo que alojar el balón dentro de la portería valencianista. Pero lejos de que el gol significara una mejoría en el juego azulgrana, los chicos de Robson levantaron el pie del acelerador y perdonaron la vida a un Valencia que estaba tocado. Esta circunstancia fue la que permitió rehacerse al grupo de Valdano que, aunque se mostraba inoperante en ataque, cerró filas en defensa e impidió que el Barça lograra su propósito. El partido decayó en ritmo y aunque Robson intentó dar mayor profundidad con la entrada de Oscar y Amunike, todo parecía visto para sentencia.
El Barcelona había especulado demasiado, se había dejado vencer por el excesivo respeto a un Valencia correoso que ayer hizo uno de los mejores encuentros de una temporada aciaga. La oportunidad perdida por el conjunto azulgrana pone de manifiesto una cierta desidia. Da la sensación de que ni Robson ni sus hombres creen en los milagros. Ya dan por hecho que el Madrid está demasiado lejos.