La trigésima edición del Trofeo Naranja se decidió en los penaltis, donde el Parma estuvo más afortunado que el Valencia, en un buen encuentro por parte de ambos conjuntos, pese a contar con numerosas bajas en sus filas, sobre todo por parte valencianista, y en el que los postes impidieron que se vieran goles. El conjunto de Cúper se vio en los primeros minutos a merced del Parma que manejó con mejor criterio el balón y se acercaba con peligro a las inmediaciones de Cañizares, aunque poco a poco los jugadores valencianistas fueron metiéndose en el encuentro para llevar el partido a una fase de alternativas en el mando.

El Valencia mostró una mejor imagen que hace cuatro días en Benidorm, donde fue goleado por 4-1 por el Villarreal. El centro del campo se mostró agresivo y en punta el joven canterano Sergio González a punto estuvo de sorprender a la zaga italiana en los instantes finales del primer periodo con un lanzamiento al poste. En la reanudación, el carrusel de cambios impuestos desde uno y otro banquillo frenaron el ritmo del partido de una segunda mitad, en la que al igual que la primera, los minutos iniciales fueron de claro dominio italiano.

El portugués Sergio Conceicao pudo inaugurar el marcador, pero de nuevo el poste evitó que el tanteador se estrenara. Los de Cúper le tomaron de nuevo el pulso al partido con un Líbero Parri que amargó por su banda la noche a un jugador del calibre de Thuram y cuyas botas gestaron las jugadas de mayor peligro por parte del conjunto local. Un balón al palo de Amoroso en el último minuto fue el punto final del partido, que se decidió en la tanda de penaltis, donde emergió la figura del meta italiano Micillo, que detuvo las tres penas máxima del Valencia, mientras que Amoroso, Mboma y Torrisi no erraron sus lanzamientos y dieron al Parma el torneo.