Ficha de partido
At. Madrid
0 - 1
Valencia CF
Equipos titulares
Sustituciones
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
David VillaAsist: Vicente Rodríguez
5'
Miguel Brito
41'
Descanso
45'
AgüeroMista
46'
GalletiJurado
46'
Raúl Albiol
56'
Costinha
59'
Emiliano Moretti
66'
Mario RegueiroDavid Silva
68'
MaxiValera
68'
Santi Cañizares
73'
Fernando Torres
75'
Fernando Torres
75'
Jaime GavilánVicente Rodríguez
81'
Jorge LópezDavid Villa
89'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: At. Madrid
Records vs At. Madrid
Máximo goleador: Mundo Suárez (16 goles)
Goleador rival: Luis Aragonés (12 goles)
Más partidos: Manolo Mestre (32 partidos)
Mayor victoria: 9 - 1 (13.09.1936)
Mayor derrota: 0 - 5 (10.11.1985)
Más repetido: 1-1 (22 veces)
Crónica
Dos de dos. El Valencia sumó anoche un nuevo triunfo que le permite mantener el ritmo del Barcelona y compartir el liderato de la Liga. Pese a que Quique tenía la mirada puesta en la Champions y dio descanso a Morientes, Villa compensó la ausencia de su compañero de ataque y apenas necesitó seis minutos para lograr el gol de la victoria. El Valencia pudo aumentar su renta, pero terminó apostando por el juego práctico y cedió terreno al Atlético. Ayala, que reapareció, volvió a ser un coloso en defensa, mientras que Moretti y Fernando Torres fueron expulsados.
Tres puntos más. Seis de seis. Mejor, imposible. Y Villa, como su equipo, suma y sigue. Otra cosa es el espectáculo que brindó el Valencia, que fue de más a menos y terminó pidiendo la hora de manera desesperada, incluso cuando la expulsión de Fernando Torres equilibró de nuevo la balanza tras la anterior de Moretti. El Valencia jugó un muy buen primer periodo, primoroso durante veinte minutos, quizá algunos más, y se pudo marchar al descanso con el marcador poco menos que asegurado. Sin embargo, desapareció de manera incomprensible a medida que transcurrió el tiempo para acabar sin existir.
Tras dar una lección de contragolpe pasó a dejarse dominar y a tentar en exceso a la suerte, que esta vez sonrió. A destacar, al margen de la victoria, que se ganó sin Albelda y Baraja y, por supuesto, la vuelta de un Ayala que sigue siendo el número uno en su puesto. Estuvo en todas partes cuando más lo necesitó su equipo y parte importante de los puntos sumados fue suya. Ahora toca pensar en la Champions y en algunos hombres de refresco que aparecerán de forma progresiva entre una y otra competición. No pudo empezar mejor el partido para los intereses valencianistas. Los de Quique prácticamente lo iniciaron con un gol a favor, cómo no, obra de un David Villa que ha empezado la temporada con la racha calcada a la que terminó el pasado ejercicio. El asturiano lleva el gol en la sangre y en el interior del área es letal, a pesar de Aragonés.
La jugada del gol fue, al mismo tiempo, todo un ejemplo de cómo se debe llevar a cabo un contragolpe. Con velocidad y sin sobar el esférico. Bastaron tres toques para poner el 0-1 en lo alto. A partir de ahí, el Valencia, muy tranquilo y con la lección bien aprendida, se dedicó a seguir interpretando el contragolpe, casi siempre por la banda izquierda, con Edu, Silva, Vicente y Villa como ejecutores. Fue un periodo de tiempo en el que nadie se acordó de Albelda y Baraja, a pesar de que Marchena no funciona en el mediocentro. No es lo suyo. Pero allí estaba un Edu bien plantado que paró, templó y mandó hasta convertirse en el punto de referencia del Valencia.
El inicio del segundo acto fue similar al del partido, con dos remates de Villa que volvieron a llevar un nudo a la garganta de los aficionados atléticos, de manera especial en el segundo tras gran acción de Silva. Aguirre, buscando mayor presencia ofensiva, y también más sensatez y naturalidad en su formación, dio entrada a Agüero y Galletti. Ahora sí achuchaba el Atlético con mucho más sentido y, por ende, peligro para el portal valencianista. Un córner tras otro de los locales hacían temer que pudiera llegar el empate. La contra valencianista desapareció y el dominio local pasó a ser casi abrumador.
Para aumentar el sufrimiento del equipo de Quique llegó la expulsión de Moretti y más problemas. Quedaban por delante veinticinco minutos que iban a ser durísimos. En inferioridad y con el Atlético notablemente crecido. La expulsión fue justa, tanto como debió ser con anterioridad la de Costinha. A un cuarto de hora para el final Torres se autoexpulsó tras ser amonestado y todo el mundo pensó que llegaría la calma a la parcela del Valencia. Ni por esas. El equipo siguió excesivamente atrás, no fue capaz de mantener el balón en los pies y, en contra de lo que hubiera sido normal, continuó pasándolo mal. El final del partido fue un respiro para los valencianistas, que suman seis puntos en dos jornadas, que no está nada mal.
Tres puntos más. Seis de seis. Mejor, imposible. Y Villa, como su equipo, suma y sigue. Otra cosa es el espectáculo que brindó el Valencia, que fue de más a menos y terminó pidiendo la hora de manera desesperada, incluso cuando la expulsión de Fernando Torres equilibró de nuevo la balanza tras la anterior de Moretti. El Valencia jugó un muy buen primer periodo, primoroso durante veinte minutos, quizá algunos más, y se pudo marchar al descanso con el marcador poco menos que asegurado. Sin embargo, desapareció de manera incomprensible a medida que transcurrió el tiempo para acabar sin existir.
Tras dar una lección de contragolpe pasó a dejarse dominar y a tentar en exceso a la suerte, que esta vez sonrió. A destacar, al margen de la victoria, que se ganó sin Albelda y Baraja y, por supuesto, la vuelta de un Ayala que sigue siendo el número uno en su puesto. Estuvo en todas partes cuando más lo necesitó su equipo y parte importante de los puntos sumados fue suya. Ahora toca pensar en la Champions y en algunos hombres de refresco que aparecerán de forma progresiva entre una y otra competición. No pudo empezar mejor el partido para los intereses valencianistas. Los de Quique prácticamente lo iniciaron con un gol a favor, cómo no, obra de un David Villa que ha empezado la temporada con la racha calcada a la que terminó el pasado ejercicio. El asturiano lleva el gol en la sangre y en el interior del área es letal, a pesar de Aragonés.
La jugada del gol fue, al mismo tiempo, todo un ejemplo de cómo se debe llevar a cabo un contragolpe. Con velocidad y sin sobar el esférico. Bastaron tres toques para poner el 0-1 en lo alto. A partir de ahí, el Valencia, muy tranquilo y con la lección bien aprendida, se dedicó a seguir interpretando el contragolpe, casi siempre por la banda izquierda, con Edu, Silva, Vicente y Villa como ejecutores. Fue un periodo de tiempo en el que nadie se acordó de Albelda y Baraja, a pesar de que Marchena no funciona en el mediocentro. No es lo suyo. Pero allí estaba un Edu bien plantado que paró, templó y mandó hasta convertirse en el punto de referencia del Valencia.
El inicio del segundo acto fue similar al del partido, con dos remates de Villa que volvieron a llevar un nudo a la garganta de los aficionados atléticos, de manera especial en el segundo tras gran acción de Silva. Aguirre, buscando mayor presencia ofensiva, y también más sensatez y naturalidad en su formación, dio entrada a Agüero y Galletti. Ahora sí achuchaba el Atlético con mucho más sentido y, por ende, peligro para el portal valencianista. Un córner tras otro de los locales hacían temer que pudiera llegar el empate. La contra valencianista desapareció y el dominio local pasó a ser casi abrumador.
Para aumentar el sufrimiento del equipo de Quique llegó la expulsión de Moretti y más problemas. Quedaban por delante veinticinco minutos que iban a ser durísimos. En inferioridad y con el Atlético notablemente crecido. La expulsión fue justa, tanto como debió ser con anterioridad la de Costinha. A un cuarto de hora para el final Torres se autoexpulsó tras ser amonestado y todo el mundo pensó que llegaría la calma a la parcela del Valencia. Ni por esas. El equipo siguió excesivamente atrás, no fue capaz de mantener el balón en los pies y, en contra de lo que hubiera sido normal, continuó pasándolo mal. El final del partido fue un respiro para los valencianistas, que suman seis puntos en dos jornadas, que no está nada mal.