Inicio del partido

0'

Diego

21'

Pedja MijatovicAsist: Gaizka Mendieta

31'

Jorge Otero

40'

Descanso

45'

PetkovicMonchu

46'

Quique EstebaranzCarlos

46'

Marcos

52'

Paulo Sergio ViolaPepe Gálvez

62'

Pedja Mijatovic

68'

Enrique Romero

72'

Xabier EskurzaFernando Gómez

77'

Patxi FerreiraVicente Engonga

80'

PinedaDiego

80'

Final del partido

90'

La espina de la temporada sigue clavada, pero cada vez menos. El Valencia volvió a demostrar que siempre lleva triunfos de sobra cuando pintan copas y ayer sacó medio billete para la gran final. Y eso que la primera parte no fue como para enmarcarla. Ni por parte de uno ni de otro. Sin embargo, muy pronto se pudo apreciar que el equipo que trataba de jugar con pincel era el Valencia. Mientras, el Sevilla tiró de la brocha gorda y sólo a base de pelotazos largos, la mayoría de ellos sin sentido, intentaba soprender a Bartual. No lo consiguió ni una sola vez en la primera parte.

El Valencia fue creciendo poco a poco hasta convertirse en un gigante y a punto estuvo de liquidar el partido en la primera parte. Mijatovic tardó media hora en aparecer, pero cuando lo hizo fue para hacer ruido. Su cabezazo seco sorprendió a un Unzué que sólo ayudó a meter el balán en la portería. El gol fundió por completo los plomos de los de Espárrago y el Valencia estuvo en un tris de electrocutarles. El Sevilla se fue del partido y justo antes del descanso le regalaron un balón a Pedja, que desde cuarenta metros estuvo a punto de lograr un gol marca de la casa.

Espárrago dio entrada a Petkovic y Quique Estebaranz, pero ya era tarde. Rambo sembró el pánico en dos saques de esquina y ahí se quedó todo el bagaje ofensiv del Sevilla. El Valencia seguía con el corazón caliente y no daba la más mínima esperanza al rival. El Valencia, plantado a la perfección sobre el terreno de juego, fue minando la moral sevillista. Los de Luis no reflejaron nervios en ningún momento, como demostrando en plan desafiante qué equipo era el que llevaba los galones de mando y el que daba las órdenes.

El orden jerárquico no se rompió en ningún momento. El Valencia se lo tomó con calma para meter el estoque de muerte. En todo momento se sintió seguro de sus posibilidades. Y, nuevamente, Mijatovic estuvo en el sitio adecuado en el mejor momento para rematar una faena colectiva de pañuelos.