Ficha de partido: 14.05.1980: Arsenal FC 0 - 0 Valencia CF

Ficha de partido

Arsenal FC
Arsenal FC
0 - 0
Penalties (4-5)
Valencia CF
Valencia CF

Equipos titulares

Timeline del partido

escudo local
Inicio del partido
0'
escudo visitante
Sunderland
31'
Descanso
45'
Ángel CastellanosJavier Subirats
88'
Inicio pr�rroga
90'
HollingsPrice
105'
Pepe Carrete
110'
Penalties (4-5)
120'
Final del partido
120'

Estadio



Nombre: Heysel
Aforo: 50.100 espectadores
Ubicación: Bruselas (Bruxelles-Capitale) 
Inauguración: 23/08/1930

Rival: Arsenal FC

Records vs Arsenal FC

Máximo goleador: John Carew (3 goles)
Goleador rival: Aubameyang (4 goles)
Mayor victoria: 2 - 0 (08.08.2009)
Mayor derrota: 2 - 4 (09.05.2019)
Más repetido: 0-0 (3 veces)

Crónica

El Estadio de Hayssel, que cumple en este año su medio siglo de existencia, no se llenó. Unos 40.000 espectadores en sus graderíos, estando perfectamente divididos la hinchada británica de aproximadamente unos 10.000 aficionados, y la hinchada valenciana que se componía de un número aproximado. Hubo abundancia de tracas valencianas hasta que por los altavoces del estadio se leyó un comunicado de la UEFA amenazando con suspender el partido o aplazarlo hasta que no se detuviera la sucesión de las tracas que estallaban en el estadio. La recomendación fue atendida y sólo hacia el final de la prórroga del encuentro volvieron los hinchas valencianos hacer sus pirotecnias particulares. Tarde de sol y de calor, aunque con una brisa que favoreció el esfuerzo de los jugadores, sobre todo a medida que el encuentro fue avanzando en su minutero. Estado del terreno en buenas condiones.

Una gigantesca traca explotó literalmente en el estadio Heysel de Bruselas cuando después de una batalla de casi tres horas de duración, el Valencia se proclamaba campeón de la Recopa, tomando así el testigo del gran éxito internacional conquistado el año pasado por el Barcelona en Basilea y devolviendo para nuestro fútbol este trofeo. Poco antes de que una nube de humo negro y la euforia de los seguidores valencianistas se desatara por la tribuna de este histórico recinto, el extremo izquierda del Arsenal, Graham Rix, se dirigió con decisión hacia la pelota, conectó su remate y... ¡lo detuvo Pereira! El meta valencianista logró lo que le había sido negado a sus compañeros de vanguardia: conquistar la Recopa. Sus dos intervenciones fueron tan decisivas como psicológicas. Neutralizó el primer lanzamiento de la tanda ante el temible Liam Brady, después de que Mario Kempes fallara increíblemente, con lo que anuló el efectó moral del error inicial del argentino. Y, luego, concluida la tanda reglamentaria de cinco lanzamientos, adivinó la intención de Dix y desniveló el fiel de la balanza: el Valencia ya era campeón.

Sin embargo, es obligado iniciar cualquier comentario sobre esta final remarcando que este Valencia - Arsenal ha decepcionado como gran espectáculo futbolístico y no nos ha parecido a la altura de lo que significaba el acontecimiento. Lo cierto es que esperábamos más, mucho más. Quizá la gran explicación del desencanto general fuera que el Arsenal acudió a la cita bajo el lastre de esos casi 70 encuentros de competición que ha afrontado a lo largo de una temporada singularmente dura. El cuadro inglés, como si fuera un especialista en hazañas inconclusas, perdió el pasado sábado la final de la «Cup» ante un Segunda División, el West Ham, después de haber dejado en la cuneta nada menos que al Liverpool y tras cuatro choques a cara de perro para dilucidar la clasificación. En la «Recopa» se ha repetido la historia. Eliminó al correoso Juventus italiano superando la amenaza de un empate en Londres y, sin embargo, no ha podido con el Valencia que, ciertamente, no ha dado aquí ni mucho menos la medida de sus posibilidades.

Un cierto desgaste físico y, especialmente, de ideas claras y ordenadas se ha acusado en el conjunto inglés, torpe en evoluciones sin mordiente ni «punch». No fue el temible enemigo que se esperaba aunque hemos de admitir que no fue un rival cómodo.

La réplica valencianista no fue mucho más brillante. Di Stéfano planteó el encuentro con espíritu de contragolpe y el claro objetivo de no dejarse sorprender y maniatar a los hombres claves del conjunto inglés. Una estrategia que no sorprendió a nadie, pero que resultó esteril ante la desesperante lentitud de evolución del «once» blanco. La reiteración en los pases horizontales, en las cesiones hacia atrás, en las combinaciones en corto, frustraron cualquier posibilidad de sorprender a la cobertura del Arsenal, compacta y fornida pues no en balde es la menos goleada da la liga inglesa.

Hubo también un aspecto clave en el plano individual: Mario Kempes, el hombre clave de la final fue un perfecto desconocido que deambuló apática y desorientadamente en una solitaria y casi teórica punta de ataque. Estático, sin nadie que lo lanzara, estrechamente vigilado por el correoso central O'Leary, Mario no fue esta vez un «Matador» y, lo que es más grave, dio la sensación de no tener un gran interés por serlo.

En las botas de Kempes estuva quizás un rumbo y diferente de cotejo cuando en los primeros compases recibió un excelente pase en profundidad a lanzamiento de banda de Bonhof y se plantó en el interior del área inglesa para soltar un trallazo que repelió Jennings. En ese instante, precisamente el momento de mayor esperanza para la numerosa «hinchada» valencianista que se desplazó hasta Bruselas, Kempes pareció dejar de existir. Bien es cierto que ni las caracteristicas del choque ni la personalidad del conjunto valencianista pareció propiciar las doles artilleras del ídolo del último Mundial. Pero Kempes, que unió su gris encuentro con el grave error de desperdiciar el primer «lanzamiento» de la tanda de «penalties» (pudo ser decisivo de no haberle puesto remedio rápido Pereira), no sólo no fue la «estrella» de la final sino que nos deparó uno de los encuentros más insípidos que le hemos visto como jugador del Valencia.

Reseñada esta oportunidad inicial, tendríamos que proyecternos a las postrimerías del encuentro para recordar una nueva amenaza seria en el marco inglés. Fue producto de una larga galopada de Bonhoff por la izquierda que culminó, dentro ya del área del Arsenal, rematando sobre la desesperada salida del guardameta. El alemán pareció intentar colar el esférico bajo el cuerpo de Jennings, pero éste, en su salida, logró desviar la trayectoria lo suficiente como para neutralizar la gran ocasión. Este fue prátícamente todo el bagaje ofensivo de un Valencia que, en ocasiones, nos dio una imagen tan contemparizadora que casi nos atreveríamos a decir que presentía su éxito final en la tanda de «penalties». Retener el cuero, anular a Brady, arropar a Pereira, parecían las grandes consignas del equipo de Di Stéfano, al cerebro del Arsenal, un joven jugador de excelente técnica, pero frío e intermitente al que hoy sólo le hemos visto media docena de destellos prometedores.

Tampoco vamos a decir que el Arsenal ofreciera una imagen mucho más entonada ante el marco contrario. Apenas unos cuantos balones buscando la cabeza de Stapleton y dos o tres disparos desde fuera del área a los que Pereira dio siempre una réplica perfecta. El goleador «ariete» tuvo, además, lo mismo que Kempes, un «policía» de respeto. Hay que admitir que el joven Tendillo ha sido, posiblemente, el mejor hombre sobre el campo. Impecable en su marcaje, con gran sentido de la anticipación y sin echar nunca mano de ningún recurso reprochable, acabó desesperando a Stapleton y, consecuentemente, dejando
sin «punch» el ya limitado potencial realizador de un Arsenal que dio la sensación de llevar las riendas del choque durante gran parte de su desarrollo pero, casi siempre, sin dar sensación de que podía traducirlo al marcador.

La suerte del «match» no varió en la prórroga reglamentaria. Muy al contrario, diríamos que bajó el ritmo de juego y se agudizó el espíritu de no dejarse sorprender más que el de ambicionar el éxito. El Arsenal porfió en un par de ocasiones en el área de Pereira, pero en ambos casos el árbitro las neutralizó señalando «offside». El Valencia, casi ni eso. Hollins reemplazó a Price y muy en los últimos escarceos, entró Castellanos por Subirats. Nada cambió. La suerte estaba echada y la iba a marcar el acierto de unos y otros en la tanda de «penalties».

Esta ha sido la primera final europea, que se ha solventado con esta fórmula tan discutida y discutible. Pero el Reglamento es el Reglamento y, el Valencia, que no pudo empezar peor la serie con el mencionado fallo de Kempes, acabó alzándose con el triunfo. ¿Justo? Sería prematuro sentenciar, pero la legitimidad de su conquista está fuera de dudas. Porque, en definitiva, después de una final discreta, una prórroga aburrida y doce lanzamientos desde el llamado «punto fatídico» lo único que queda es la gloria. Y ésta fue enteramente blanca.

Penalties: Kempes, para Jennings (0-0); Brady, para Pereira (0-0); Solsona, gol (1-0); Stapleton, gol (1-1); Pablo, gol (2-1); Sunderland, gol (2-2), Castellanos, gol (3-2); Talbot, gol (3-3); Bonhof, gol (4-3); Hollins, gol (4-4); Arias, gol (5-4); Rix, para Pereira (5-4).