Ficha de partido
Valencia CF
1 - 2
Rac. Santander
Equipos titulares
Sustituciones
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Bodipo
22'
David Albelda
23'
Rubén BarajaAsist: Jorge López
24'
Descanso
45'
Pablo AimarJorge López
45'
Bodipo
48'
Diego Mateo
59'
Morán
61'
Vicente RodríguezMauricio Pellegrino
61'
Coromina
68'
Miguel Ángel MistaRicardo Oliveira
75'
Pablo Aimar
78'
Javi GuerreroRegueiro
79'
Vicente Rodríguez
81'
AfekMorán
89'
Benayoun
90'
MatabuenaBodipo
93'
Final del partido
94'
Estadio
Rival: Rac. Santander
Records vs Rac. Santander
Máximo goleador: José Vilanova (7 goles)
Goleador rival: Cisco (9 goles)
Más partidos: Miguel Ángel Angulo (14 partidos)
Mayor victoria: 8 - 1 (03.10.1954)
Mayor derrota: 0 - 5 (31.03.1935)
Más repetido: 1-2 (13 veces)
Crónica
El Valencia decepcionó. No tuvo creatividad a la hora de desarrollar el juego, de mover el balón y encima, en el momento de ensayar el disparo (seis veces en el primer tiempo y otras seis en el segundo) se mostró muy desacertado hasta el punto de que el guardameta Ricardo centró todo su trabajo en los balones por alto, en los mismos que los hombres de Rafa Benítez propiciaban como único recurso para llegar con rapidez a su área. Se perdió con el Racing no sólo el partido sino también el puesto de líder. En gran medida el Valencia se reencontró con su pasado inmediato, el mismo que viene arrastrando en las últimas cuatro temporadas: excesivas dificultades para crear juego en el centro del campo al igual que para hacer daño en los metros finales.
El juego confuso con el que se comportó durante la primera fase trajo consigo que Benítez ordenase calentar a Pablo Aimar en el mismo instante en que el árbitro Pérez Lasa ordenaba a los jugadores que había llegado el tiempo de descanso. Está demostrado que el Valencia con Albelda y Baraja, en el centro del campo, no tiene suficiente a la hora de crear juego, de abrir el campo, de hacer circular el balón de un lado para el otro del campo con precisión.
Frente al Racing no hubo circulación del balón, excesivas pérdidas , con lo cual fue muy difícil conseguir un ritmo constante en el juego como modo válido de desequilibrar a un adversario que se encontraba bien situado, dando la cara y disputando cuantos balones fuesen precisos. Supieron salir triangulando. Albelda y Baraja aportan al equipo trabajo, esfuerzo, carácter y excelente predisposición, sin embargo, en la entrega del balón se muestran muy irregulares.
Así fue como el Valencia dominó el encuentro, llevó la iniciativa pero sin armonía, sin encontrar en las bandas que es como decir en Canobbio y Rufete y después en Vicente los acompañamientos deseados. Se necesitaba de Pablo Aimar. Había que oxigenar el centro del campo y desestabilizar en la media punta. Aimar hizo su aparición con cuarenta y cinco minutos por delante, con tiempo más que suficiente para lograr el triunfo a pesar de que la situación se adivinaba complicada.
Una apreciación que se transformó en realidad cuando en la primera jugada del segundo tiempo el delantero Bodipo aprovechó un error defensivo de Pellegrino para adelantar a su equipo. El Racing con limitaciones pero jugando con orden y buena presión en el centro del campo empezó a mermar la auto estima de los valencianistas que no se encontraban seguros de lo que hacían y máxime cuando no consiguieron conectar con el público que estuvo más bien apático, decepcionado por lo que estaba observando sobre el terreno de juego.
Pablo Aimar, con este panorama, tuvo muchas dificultades para asumir la responsabilidad en el liderazgo del juego de su equipo. Fue sometido a un intenso marcaje, no se le dio tregua alguna que es como decir metros para poder recibir el balón con comodidad y hacerlo circular a renglón seguido.
En esta ocasión Pablo Aimar no pudo salir ni sacar a su equipo de la confusión en la que había caído. Las aperturas fueron mínimas, los desdoblamientos tan justos como ineficaces y los movimientos de balón eran forzados debido al comportamiento precipitado. Hubo que recurrir en el último cuarto al balón bombeado. Así fue como Ayala se situó de delantero centro reforzando la posición de Mista. El encuentro entró en una fase alocada, con poco sentido, sin que jugador alguno fuese capaz de pisar el balón, levantar la cabeza e imaginar una jugada. El Racing se benefició de tanta confusión y así fue como se llevó los tres puntos.
Hizo un trabajo correcto, el mismo que suelen hacer casi todos los equipos lejos de su casa: refugiarse en defensa, procurar entretener lo justo el balón y si es necesario se recurre al patadón e intentar sorprender al rival en el contragolpe. El Racing hizo lo que corresponde a un equipo de sus características. El Valencia, en cambio, está obligado a hacer algo más y máxime cuando aspira al título. Se trata de un contratiempo que puede servir de experiencia con respecto a futuros compromisos. Queda mucha Liga.
El juego confuso con el que se comportó durante la primera fase trajo consigo que Benítez ordenase calentar a Pablo Aimar en el mismo instante en que el árbitro Pérez Lasa ordenaba a los jugadores que había llegado el tiempo de descanso. Está demostrado que el Valencia con Albelda y Baraja, en el centro del campo, no tiene suficiente a la hora de crear juego, de abrir el campo, de hacer circular el balón de un lado para el otro del campo con precisión.
Frente al Racing no hubo circulación del balón, excesivas pérdidas , con lo cual fue muy difícil conseguir un ritmo constante en el juego como modo válido de desequilibrar a un adversario que se encontraba bien situado, dando la cara y disputando cuantos balones fuesen precisos. Supieron salir triangulando. Albelda y Baraja aportan al equipo trabajo, esfuerzo, carácter y excelente predisposición, sin embargo, en la entrega del balón se muestran muy irregulares.
Así fue como el Valencia dominó el encuentro, llevó la iniciativa pero sin armonía, sin encontrar en las bandas que es como decir en Canobbio y Rufete y después en Vicente los acompañamientos deseados. Se necesitaba de Pablo Aimar. Había que oxigenar el centro del campo y desestabilizar en la media punta. Aimar hizo su aparición con cuarenta y cinco minutos por delante, con tiempo más que suficiente para lograr el triunfo a pesar de que la situación se adivinaba complicada.
Una apreciación que se transformó en realidad cuando en la primera jugada del segundo tiempo el delantero Bodipo aprovechó un error defensivo de Pellegrino para adelantar a su equipo. El Racing con limitaciones pero jugando con orden y buena presión en el centro del campo empezó a mermar la auto estima de los valencianistas que no se encontraban seguros de lo que hacían y máxime cuando no consiguieron conectar con el público que estuvo más bien apático, decepcionado por lo que estaba observando sobre el terreno de juego.
Pablo Aimar, con este panorama, tuvo muchas dificultades para asumir la responsabilidad en el liderazgo del juego de su equipo. Fue sometido a un intenso marcaje, no se le dio tregua alguna que es como decir metros para poder recibir el balón con comodidad y hacerlo circular a renglón seguido.
En esta ocasión Pablo Aimar no pudo salir ni sacar a su equipo de la confusión en la que había caído. Las aperturas fueron mínimas, los desdoblamientos tan justos como ineficaces y los movimientos de balón eran forzados debido al comportamiento precipitado. Hubo que recurrir en el último cuarto al balón bombeado. Así fue como Ayala se situó de delantero centro reforzando la posición de Mista. El encuentro entró en una fase alocada, con poco sentido, sin que jugador alguno fuese capaz de pisar el balón, levantar la cabeza e imaginar una jugada. El Racing se benefició de tanta confusión y así fue como se llevó los tres puntos.
Hizo un trabajo correcto, el mismo que suelen hacer casi todos los equipos lejos de su casa: refugiarse en defensa, procurar entretener lo justo el balón y si es necesario se recurre al patadón e intentar sorprender al rival en el contragolpe. El Racing hizo lo que corresponde a un equipo de sus características. El Valencia, en cambio, está obligado a hacer algo más y máxime cuando aspira al título. Se trata de un contratiempo que puede servir de experiencia con respecto a futuros compromisos. Queda mucha Liga.