Ficha de partido: 06.10.2002: Valencia CF 0 - 1 Celta de Vigo

Ficha de partido

Valencia CF
Valencia CF
0 - 1
Celta de Vigo
Celta de Vigo

Equipos titulares

Timeline del partido

escudo local
Inicio del partido
0'
escudo visitante
Mostovoi
6'
Amedeo Carboni
13'
Luccin
16'
Catanha
32'
Velasco
37'
Rubén BarajaPenalty fallado
39'
Berizzo
40'
Descanso
45'
Carlos MarchenaRoberto Ayala
59'
José IgnacioGiovanella
59'
EduJesuli
62'
Miguel Ángel MistaJohn Carew
65'
Santi Cañizares
65'
Rubén BarajaPenalty fallado
77'
CoudetVelasco
82'
Cáceres
84'
Juan SánchezPablo Aimar
84'
Rubén Baraja
84'
Vagner
90'
VagnerPenalty fallado
90'
Final del partido
91'

Estadio



Nombre: Mestalla
Aforo: 55.000 espectadores
Ubicación: Valencia (Valencia) 
Inauguración: 20/05/1923

Rival: Celta de Vigo

Records vs Celta de Vigo

Máximo goleador: Mundo Suárez (23 goles)
Goleador rival: Hermida (9 goles)
Mayor victoria: 7 - 0 (28.04.1946)
Mayor derrota: 1 - 5 (17.12.1950)
Más repetido: 1-1 (21 veces)

Crónica

El fútbol, entre sus muchas características, no suele ser justo y así es la impresión que se extrae del encuentro protagonizado por el Valencia y el Celta. Hubo un equipo, el de Rafa Benítez, que quiso ganar y para ello puso en juego todas sus cualidades y empeño. Buscó la victoria y se desgastó en el transcurso de los 90 minutos, pero no encontró el camino del gol, en unas ocasiones por falta de acierto y en otras por las virtudess del adversario. La tarde no fue nada propicia para el equipo de Mestalla y así fue como Rubén Baraja desperdició dos lanzamientos de penalti y, en cambio, Vagner aprovechó el disparo de un máximo castigo en el último suspiro del partido.

El Celta se ha convertido en el nuevo líder de Primera División, pero la impresión que dejó a su paso por Mestalla fue la propia de un equipo mediocre que practica el antifútbol y que prefiere entrar en el cuerpo a cuerpo y en el enfrentamiento para resolver sus partidos. De salida, su entrenador Lotina planteó un encuentro con un marcado carácter defensivo, sin apenas desdoblamientos y refugiándose todos sus jugadores en el centro del campo, quizás con el único objetivo de ahogar a Aimar y Baraja, los dos únicos hombres que son capaces de proporcinarle imaginación al juego valencianista. El antifúfbol del equipo vigués llegó al extremo de que sus jugadores no dispararon a puerta ni una sola vez y hubo que esperar al lanzamiento del penalti por mediación de Vagner para que así fuese. Con tan pobre balance un equipo no debería de ganar un partido, pero ya se sabe que en esto del fútbol el mejor no siempre gana y ayer quedó claramente plasmada esta idea.

El Valencia puso corazón y muchas ganas, pero no encontró la chispa de lucidez y eficacia para resolver el encuentro. En el primer tiempo sólo Vicente y Carew proyectaron a la grada la imagen de dos jugadores dispuestos a resolver por sí solos el partido. Vicente desestabilizaba por la banda izquierda y Carew se peleaba de un modo valiente y decidido, pero no obtuvieron respuesta a sus intentos. Al Valencia le costaba crear juego porque, a pesar de disponer el balón, lo perdía con cierta facilidad. Baraja no acertaba en el pase, en el lanzamiento a los extremos, y Aimar no recibió balones en condiciones para hacer su buena labor de enganche y, todo ello, a pesar de su buena predisposición.

Las dos notas más dramáticas vividas en este partido desde la perspectiva valencianista fueron las que sucedieron en los minutos 39 y 77 cuando el árbitro Rodríguez Santiago señaló como penalti una agarrón a Carew y un derribo a Rufete, respectivmante. En ambos casos Baraja tomó la responsabilidad de lanzar el máximo castigo. En la primera ocasión, y tras soportar que Cavallero le inquietase verbalmente y, al mismo tiempo, moviese el balón del punto de penalti cuantas veces el árbitro se lo permitió, lanzó el disparo y el portero argentino adivinó la trayectoria y en el rechace la defensa céltica estuvo avispada.

En la segunda ocasión -quizás se esperaba un cambio de protagonista-, Rubén Baraja volvió a tomar el balón, lo dejó en el punto de penalti y desde lejos se le vio dudar si lo lanzaba al palo izquierdo o al derecho. Al final se decidió por este último, pero Cavallero volvió a ser protagonista. El público se desesperó con los errores de Baraja, pero también valoró su decisión y, de este modo, reconoció al jugador a pesar de que para el Valencia los dos errores, especialmente el segundo, cayó como una losa. A partir de entonces, y cuando el partido entraba en el tramo final, las dificultades para crear juego fueron mucho más grandes. El nerviosismo y la precipitación se apoderaron de los jugadores valencianistas, que una y otra vez intentaban resolver de un modo individual, sin preocuparse del compañero mejor situado y, por este motivo, se cayó una y otra vez en el fuera de juego y en pérdidas de balón que dificultaban que el encuentro tuviese continuidad.

Dentro de la dinámica del antifútbol que impuso el Celta, también hay que hacer mención al guardameta Cavallero, no sólo por estar afortunado en la neutralización de dos máximos castigos, que ésta sería su faceta positiva, pero la negativa fue el percatarse de ser un jugador proclive a la bronca y con un gran desahogo en la pérdida de tiempo, pero fue el árbitro quien le permitió hacer lo que le quería. El Valencia perdió un partido que debió de ganar y así es como queda una sensación de impotencia, ya que el que menos hizo para buscar los tres puntos fue quien los sumó. Al Valencia no tiene porqué truncarle este tropiezo su trayectoria, pero debe servirle de experiencia de que cuando ahogan a Aimar y Baraja, tiene dificultades para crear juego y no sólo se puede recurrir al corazón. Con esta derrota se pierde la condición de líder.