Inicio del partido

0'

Luis Milla

2'

Adrian IlieAsist: Jocelyn Angloma

12'

Carlos

29'

Javier Farinós

34'

Descanso

45'

Gaizka MendietaAsist: Claudio López

51'

PaunovicStankovic

55'

Miguel Ángel AnguloGoran Vlaovic

62'

Chupa LópezCarlos

64'

Adrian IlieAsist: Claudio López

66'

Dennis SerbanClaudio López

69'

Chupa López

70'

Stefan SchwarzLuis Milla

73'

Final del partido

90'

Los jugadores del Valencia se miran. Muy nerviosos, con el Mallorca arrodillado a sus pies, y con el estadio paralizado y enganchado al transistor. De repente, Díaz Vega pita el final en Vigo y el 3-0 del Valencia al Mallorca lo mete en la Liga de Campeones. Carboni se quita la camiseta y empieza a saltar de alegría, Claudio López corretea entre risas por todo el estadio, Farinós hace el avión... y Ranieri abandona el estadio con lágrimas en los ojos. Al otro lado, Héctor Cúper, próximo inquilino, ofreció el otro semblante. Los dos entrenadores vieron el último partido de sus respectivos equipos de pie, pero el italiano acabó celebrando tres tantos, mientras el argentino se despidió del Mallorca con una derrota que no premia su obra.

El Valencia se encontró, de repente, con el gol de Solari al Celta y empezó a soñar. Entonces, Ilie llegó a un rebote y marcó casi sin tensión. En el Mallorca, Engonga tocaba con arte, Ibagaza gambeteaba, aunque sin profundidad, y Stankovic parecía ya de vacaciones. Al borde del descanso, Carlos se llevó las manos a la cabeza. Sólo tenía que empujarla, pero su pie envió el balón a la grada. En la segunda parte, los baleares seguían planteando argumentos, pero Vlaovic probó a Roa un instante antes del segundo gol: cabezazo de Mendieta a centro del Piojo.

Claudio rozó el tercero. El voleón se fue alto, pero Ilie estuvo en el sitio para acercar el balón a la red en el minuto 66. Era el principio del fin. Mestalla se puso en pie cuando Ranieri sentó a Claudio López. Era su primera despedida. Pasaron los minutos, alguna ocasión más y la batalla de Balaídos en el transistor. Hasta que se consumó la fiesta y los jugadores empezaron a bailar sobre el césped. Y Ranieri, a llorar.