Ficha de partido
Valencia CF
0 - 0
Penalties (4-1)
RCD Mallorca
Equipos titulares
Sustituciones
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Julián
21'
Paulo Sergio Viola
31'
Descanso
45'
Sacarés
49'
Antonio PoyatosCarlos Arroyo
57'
Jorge Otero
57'
Pepe GálvezJose Ignacio Sáenz
63'
Vicente Engonga
63'
RaúlMaqueda
66'
HuegúnJosé María
69'
Iñaki HurtadoEnrique Romero
71'
David
75'
Vicente Engonga
80'
Pedja Mijatovic
84'
Inicio pr�rroga
90'
VidalFortune
91'
Julián
119'
Paulo Sergio Viola
119'
Penalties (4-1)
120'
Final del partido
120'
Estadio
Rival: RCD Mallorca
Records vs RCD Mallorca
Máximo goleador: Silvestre Igoa (7 goles)
Goleador rival: Ninguno
Más partidos: Santi Cañizares (18 partidos)
Mayor victoria: 8 - 0 (07.05.1950)
Mayor derrota: 0 - 4 (19.02.1961)
Más repetido: 1-0 (11 veces)
Crónica
El Valencia eliminó al Real Mallorca en los penalties (4-1), tras terminar los 90 minutos reglamentarios y la prórroga con empate a cero goles. En la tanda de penalties marcaron Mijatovic, Gálvez, Mendieta e Iñaki, y falló Poyatos. Por el Mallorca tan sólo marcó Sacarés, y Zubizarreta se lo paró a Soler, Huegún lanzó fuera, mientras Klientz y Luna mandaron el balón al palo.
El Valencia sigue en la Copa del Rey y esto es lo importante, pero anoche quedó demostrado que los experimentos en el fútbol no son nada aconsejables e igual da que en el banquillo se siente Luis Aragonés o cualquier otro técnico. La idea de hacer jugar a todos es buena, pero la realidad es otra muy diferente. El Mallorca estuvo a un paso no sólo de proporcionarle un susto al Valencia, sino una catástrofe económica, y estas circunstancias tendrían que ser vistas por los técnicos.
El Valencia, sin Fernando, pese a todas las críticas que este jugador pueda recibir, es un equipo decapitado, sin dirección alguna, rayando en la mediocridad. Conceder el centro del campo a Poyatos es una herejía de la que Parreira fue víctima y de la que Aragonés lo pudo ser en la noche de ayer. Además, si se permite que el balón sea conducido por Javi Navarro, Mendieta, Poyatos, Romero u Otero, no es difícil suponer que la cosa no tenía que salir bien.
El público fue lo mejor. Estuvo con su equipo, aunque también sufrió de los nervios y es probable que más de un corazón no pudiese resistir lo que veía. Precisamente, este público no se merece experiencias como la vivida ayer, mientras en la grada confortablemente observaban el partido Camarasa y Fernando, dos jugadores que marcan la diferencia en este equipo, aunque tienen en su debe el haber nacido en Valencia. Es de esperar que Aragonés obtenga de lo sucedido una lección oportuna.
Durante el primer tiempo el Valencia no tuvo capacidad para hacer circular el balón, ni mucho menos para ensayar la jugada ofensiva. Dos disparos entre los tres palos fue un pobre balance. El Mallorca afrontó el partido con la decidida vocación de presionar al contrario en su propia área, renunciándose a encerrarse en la propia. Este hecho provocó múltiples dificultades a unos jugadores que no están muy acostumbrados a salir airosos en el uno contra uno. El colectivo valencianista no tenía quién le dirigiese. Fortune y Sacarés proporcionaron los primeros sustos. Fue un aviso de que las cosas se podían complicar. La voluntad es importante en el fútbol, pero la calidad es la que decide y en esta fase el Valencia tubo lo primero, pero no lo segundo.
Afrontó el Valencia el segundo tiempo con una mayor ambición, pero al mismo tiempo el desorden y la falta de un director del juego provocaron precipitación. Se convirtió el partido en una presión absoluta del equipo local, pero recurriendo al clásico y legendario "bombeja Agustinet". Cuando ya había transcurrido el minuto noventa, Zubizarreta salvó a su equipo al protagonizar una excelente intervención a disparo de Fortune. Doce minutos antes, Mijatovic mandó el balón al travesaño, lo que vino a ser un indicio de que no era la noche del Valencia. Los últimos segundos de partido fueron de infarto.
El Valencia sigue en la Copa del Rey y esto es lo importante, pero anoche quedó demostrado que los experimentos en el fútbol no son nada aconsejables e igual da que en el banquillo se siente Luis Aragonés o cualquier otro técnico. La idea de hacer jugar a todos es buena, pero la realidad es otra muy diferente. El Mallorca estuvo a un paso no sólo de proporcionarle un susto al Valencia, sino una catástrofe económica, y estas circunstancias tendrían que ser vistas por los técnicos.
El Valencia, sin Fernando, pese a todas las críticas que este jugador pueda recibir, es un equipo decapitado, sin dirección alguna, rayando en la mediocridad. Conceder el centro del campo a Poyatos es una herejía de la que Parreira fue víctima y de la que Aragonés lo pudo ser en la noche de ayer. Además, si se permite que el balón sea conducido por Javi Navarro, Mendieta, Poyatos, Romero u Otero, no es difícil suponer que la cosa no tenía que salir bien.
El público fue lo mejor. Estuvo con su equipo, aunque también sufrió de los nervios y es probable que más de un corazón no pudiese resistir lo que veía. Precisamente, este público no se merece experiencias como la vivida ayer, mientras en la grada confortablemente observaban el partido Camarasa y Fernando, dos jugadores que marcan la diferencia en este equipo, aunque tienen en su debe el haber nacido en Valencia. Es de esperar que Aragonés obtenga de lo sucedido una lección oportuna.
Durante el primer tiempo el Valencia no tuvo capacidad para hacer circular el balón, ni mucho menos para ensayar la jugada ofensiva. Dos disparos entre los tres palos fue un pobre balance. El Mallorca afrontó el partido con la decidida vocación de presionar al contrario en su propia área, renunciándose a encerrarse en la propia. Este hecho provocó múltiples dificultades a unos jugadores que no están muy acostumbrados a salir airosos en el uno contra uno. El colectivo valencianista no tenía quién le dirigiese. Fortune y Sacarés proporcionaron los primeros sustos. Fue un aviso de que las cosas se podían complicar. La voluntad es importante en el fútbol, pero la calidad es la que decide y en esta fase el Valencia tubo lo primero, pero no lo segundo.
Afrontó el Valencia el segundo tiempo con una mayor ambición, pero al mismo tiempo el desorden y la falta de un director del juego provocaron precipitación. Se convirtió el partido en una presión absoluta del equipo local, pero recurriendo al clásico y legendario "bombeja Agustinet". Cuando ya había transcurrido el minuto noventa, Zubizarreta salvó a su equipo al protagonizar una excelente intervención a disparo de Fortune. Doce minutos antes, Mijatovic mandó el balón al travesaño, lo que vino a ser un indicio de que no era la noche del Valencia. Los últimos segundos de partido fueron de infarto.