Ficha de partido
RCD Espanyol
2 - 2
Valencia CF
Equipos titulares
2
Sustituciones
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Darío Felman
14'
Lauridsen
31'
Descanso
45'
Zúñiga
51'
Orejuela IIMurúa
55'
Kurt WelzlAsist: Daniel Solsona
56'
GiménezMárquez
62'
Giménez
63'
Miguel Tendillo
71'
Enrique SauraJavier Subirats
78'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: RCD Espanyol
Records vs RCD Espanyol
Máximo goleador: Mundo Suárez (21 goles)
Goleador rival: Prat (9 goles)
Más partidos: Juan Ramón Santiago (28 partidos)
Mayor victoria: 4 - 0 (19.10.2003)
Mayor derrota: 0 - 7 (10.06.1928)
Más repetido: 2-1 (25 veces)
Crónica
Noche infernal en Barcelona con una pertinaz y fina cortina de agua cayendo a lo largo de todo el encuentro. El césped se encontraba hecho una piscina, plagado de charcos y con abundante barro. Sobre un tercio de entrada en los graderíos concentrados en los cubiertos. El Español lanzó nueve saques de esquina por siete el Valencia. Arbitró el señor Díez Frías, del Colegio Castellano. Labor desconcertante e irregular. Pasó de aplicar muy bien la ley de la ventaja a ignorarla. Tuvo una peculiar interpretación de las faltas y resbalones, pasó por alto un derribo a Murúa en el área valencianista y anuló un gol a Giménez, en el minuto 66, por transformar directamente una falta que, según él, indicó como golpe indirecto. Aún con estas sensibles lagunas, hay que admitir que siguió el juego de cerca y desarrolló su labor con autoridad a pesar de las malas condiciones en que se desarrolló el juego. Mostró tarjeta amarilla a Lauridsen por protestar y a Tendillo por una dura entrada.
Goles: Minuto 14. Jugada por la derecha del ataque valencianista, balón cruzado que se desliza sobre el barrizal del área de N'Kono sin que nadie acierte a despejar y tras un rebote, Felman, en el segundo palo, sólo tiene que empujar el balón a la red: 0-1. Minuto 6 de la segunda parte. A la salida de un córner, a la derecha de Manzanedo, el balón sale rechazado por la poblada zaga valencianista, pero Zúñiga empalma una soberbia bolea con la izquierda que entra sin apelación: 1-1. Minuto 11. Lanzamiento de una falta sobre el portal blanquiazul, rechaces errores en la retaguardia y el balón que va a poder de Solsona quien cambia hábilmente al segundo palo para que entre Welzl y fusile el gol: 1-2. Minuto 18. Orejuela I porfía por un balón dentro del área valencianista para acabar lanzando un soberbio centro que Giménez cabecea a placer, libre de marcaje, nada más entrar en juego: 2-2.
Bajo una fina, constante y pertinaz cortina de agua, el Español sudó de lo lindo para lograr su pase a los cuartos de final de la Copa del Rey, «pasaporte» que muchos daban por visado tras su triunfo (1-2) en el «Luis Casanova». Entre que las condiciones climatológicas dejaron «Sarriá» convertido en una piscina y que a los 14 minutos de juego, en su primera aproximación a N'Kono, el Valencia puso la eliminatoria en un inesperado punto de partida lo cierto es que la afición españolista, exigua pero entregada a sus colores, padeció de principio a fin un encuentro que, a falta de condiciones para deparar fútbol de calidad, supuso una auténtica batalla náutica con todo el sabor de los grandes envites coperos.
Todavía el cuadro españolista no le había cogido el tono y el estilo al terreno de juego cuando su renta del choque de ida había quedado enjugada por un rápido gol de Felman, en pleno despiste defensivo y lógicamente propiciado por lo resbaladizo del campo. El once blanquiazul no sólo se había mojado por la lluvia sino que había quedado empapado por un jarro de agua mucho más frío: el inesperado equilibrio que cobraba la eliminatoria cuando todo parecía predecir que este choque de vuelta iba a ser un puro protocolo.
Entre que el Valencia, pendiente de su supervivencia en la Liga, había dado reposo a algunos de sus más cotizados peones y que el Español afrontaba el encuentro con todos los pronunciamiento favorable, pocos podían pensar que el choque de esta noche en «Sarriá» pudiera deparar tanta intensidad. Intensidad de emociones, de goles, de alternativas... Sobre un terreno que invitaba más al waterpolo que a las proezas, el Valencia jugó con desenvoltura y lógica desalteración del que ha dado el envite por perdido. El temprano gol que abrió el marcador puso alas en su moral y la veteranía y experiencia de los Carrete, Solsona, Felman. etc..., les permitió adaptarse antes y mejor a las características del choque, levantando rápidamente el balón del suelo y desplazándolo en globos por las bandas que crearon muchos problemas a la ayer nerviosa y desorganizada zaga blanquiazul.
El Español, eso sí, animado por un público reducido pero entregado, reaccionó con entusiasmo, fe y todas sus reservas físicas. Aunque Lauridsen y Márquez parecían perdidos en aquel bosque de piernas lastradas por el barro, lo cierto es que empujó al rival contra su área y se bombearon muchos balones en pos del cabezazo salvador de Orejuela quien, junto a Mauri, dejó la piel en una lucha de desgaste contra a cobertura «ché». Pero el esfuerzo del primer período resultó estéril porque no hubo inspiración ni fortuna en los metros finales donde, además, Manzanedo estuvo excelente en un par de intervenciones claves a sendos remates del «ariete» blanquiazul.
Tras el descanso y después de un morrocotudo susto para N'Kono, el Español puso cerco al área valencianista. Hasta Gallart subió al remate y un zaguero valencianista salvó sobre la línea de meta lo que parecla el gol del empate. Gol que llegó poco después en un magnífico remate de Zúñiga. Lo más difícil, parecía hecho, pero está visto que ni el Español ni el torneo de Copa son propicios a las comodidades. Todavía no se habían serenado los nervios por los graderíos cuando una intuitiva jugada de Solsona dió paso al segundo gol valencianista. Y vuelta a empezar. Sólo que esta vez la cosa iba en serio, contrarreloj, decisivamente Maguregui sacó al pequeño de los Orejuela en pos de dar mayor vigor y fuerza a una zona ancha que hacía aguas y nunca mejor aplicado. Tras el 1-2 el Español pasó por unos momentos de claro desconcierto. El Valencia se distendió viendo a su rival afectado por la «diana» y la posibilidad de un tercer gol planeó con fuerza en el portal españolista.
El nuevo relevo desde el banquillo y como si hubiera estado tocado por una varita mágica... se hizo la luz. Acababa de salir Giménez cuando Orejuela 1 le colocó un balón de oro que sólo tuvo que cabecear a la red. Por segunda vez el Español se había levantado sobre el lodazal y había reconquistado nuevamente su ventaja en la marcha de la eliminatoria. Y esta vez ya no se le escaparía.
Con la lección bien aprendida, forcejeando cada balón en defensa y en ataque, catapultado por la fortaleza de un Orejuela II más adaptable a un terreno tan pesado y con un Lauridsen que dejó el bofe viendo que su nivel técnico de poco servía en ese cotejo, el Españo fue consumiendo los minutos con la batuta en su poder y los aplausos de su público como telón de fondo. Nadie podía esperar tantas dificultades, pero nadie podía regatear dosis de esfuerzo, de trabajo y de voluntad para pasar la criba copera que lleva a los blanquiazule a unos cuartos de final por primera vez en muchos años, sin duda demasiados.
Goles: Minuto 14. Jugada por la derecha del ataque valencianista, balón cruzado que se desliza sobre el barrizal del área de N'Kono sin que nadie acierte a despejar y tras un rebote, Felman, en el segundo palo, sólo tiene que empujar el balón a la red: 0-1. Minuto 6 de la segunda parte. A la salida de un córner, a la derecha de Manzanedo, el balón sale rechazado por la poblada zaga valencianista, pero Zúñiga empalma una soberbia bolea con la izquierda que entra sin apelación: 1-1. Minuto 11. Lanzamiento de una falta sobre el portal blanquiazul, rechaces errores en la retaguardia y el balón que va a poder de Solsona quien cambia hábilmente al segundo palo para que entre Welzl y fusile el gol: 1-2. Minuto 18. Orejuela I porfía por un balón dentro del área valencianista para acabar lanzando un soberbio centro que Giménez cabecea a placer, libre de marcaje, nada más entrar en juego: 2-2.
Bajo una fina, constante y pertinaz cortina de agua, el Español sudó de lo lindo para lograr su pase a los cuartos de final de la Copa del Rey, «pasaporte» que muchos daban por visado tras su triunfo (1-2) en el «Luis Casanova». Entre que las condiciones climatológicas dejaron «Sarriá» convertido en una piscina y que a los 14 minutos de juego, en su primera aproximación a N'Kono, el Valencia puso la eliminatoria en un inesperado punto de partida lo cierto es que la afición españolista, exigua pero entregada a sus colores, padeció de principio a fin un encuentro que, a falta de condiciones para deparar fútbol de calidad, supuso una auténtica batalla náutica con todo el sabor de los grandes envites coperos.
Todavía el cuadro españolista no le había cogido el tono y el estilo al terreno de juego cuando su renta del choque de ida había quedado enjugada por un rápido gol de Felman, en pleno despiste defensivo y lógicamente propiciado por lo resbaladizo del campo. El once blanquiazul no sólo se había mojado por la lluvia sino que había quedado empapado por un jarro de agua mucho más frío: el inesperado equilibrio que cobraba la eliminatoria cuando todo parecía predecir que este choque de vuelta iba a ser un puro protocolo.
Entre que el Valencia, pendiente de su supervivencia en la Liga, había dado reposo a algunos de sus más cotizados peones y que el Español afrontaba el encuentro con todos los pronunciamiento favorable, pocos podían pensar que el choque de esta noche en «Sarriá» pudiera deparar tanta intensidad. Intensidad de emociones, de goles, de alternativas... Sobre un terreno que invitaba más al waterpolo que a las proezas, el Valencia jugó con desenvoltura y lógica desalteración del que ha dado el envite por perdido. El temprano gol que abrió el marcador puso alas en su moral y la veteranía y experiencia de los Carrete, Solsona, Felman. etc..., les permitió adaptarse antes y mejor a las características del choque, levantando rápidamente el balón del suelo y desplazándolo en globos por las bandas que crearon muchos problemas a la ayer nerviosa y desorganizada zaga blanquiazul.
El Español, eso sí, animado por un público reducido pero entregado, reaccionó con entusiasmo, fe y todas sus reservas físicas. Aunque Lauridsen y Márquez parecían perdidos en aquel bosque de piernas lastradas por el barro, lo cierto es que empujó al rival contra su área y se bombearon muchos balones en pos del cabezazo salvador de Orejuela quien, junto a Mauri, dejó la piel en una lucha de desgaste contra a cobertura «ché». Pero el esfuerzo del primer período resultó estéril porque no hubo inspiración ni fortuna en los metros finales donde, además, Manzanedo estuvo excelente en un par de intervenciones claves a sendos remates del «ariete» blanquiazul.
Tras el descanso y después de un morrocotudo susto para N'Kono, el Español puso cerco al área valencianista. Hasta Gallart subió al remate y un zaguero valencianista salvó sobre la línea de meta lo que parecla el gol del empate. Gol que llegó poco después en un magnífico remate de Zúñiga. Lo más difícil, parecía hecho, pero está visto que ni el Español ni el torneo de Copa son propicios a las comodidades. Todavía no se habían serenado los nervios por los graderíos cuando una intuitiva jugada de Solsona dió paso al segundo gol valencianista. Y vuelta a empezar. Sólo que esta vez la cosa iba en serio, contrarreloj, decisivamente Maguregui sacó al pequeño de los Orejuela en pos de dar mayor vigor y fuerza a una zona ancha que hacía aguas y nunca mejor aplicado. Tras el 1-2 el Español pasó por unos momentos de claro desconcierto. El Valencia se distendió viendo a su rival afectado por la «diana» y la posibilidad de un tercer gol planeó con fuerza en el portal españolista.
El nuevo relevo desde el banquillo y como si hubiera estado tocado por una varita mágica... se hizo la luz. Acababa de salir Giménez cuando Orejuela 1 le colocó un balón de oro que sólo tuvo que cabecear a la red. Por segunda vez el Español se había levantado sobre el lodazal y había reconquistado nuevamente su ventaja en la marcha de la eliminatoria. Y esta vez ya no se le escaparía.
Con la lección bien aprendida, forcejeando cada balón en defensa y en ataque, catapultado por la fortaleza de un Orejuela II más adaptable a un terreno tan pesado y con un Lauridsen que dejó el bofe viendo que su nivel técnico de poco servía en ese cotejo, el Españo fue consumiendo los minutos con la batuta en su poder y los aplausos de su público como telón de fondo. Nadie podía esperar tantas dificultades, pero nadie podía regatear dosis de esfuerzo, de trabajo y de voluntad para pasar la criba copera que lleva a los blanquiazule a unos cuartos de final por primera vez en muchos años, sin duda demasiados.