Ficha de partido: 16.02.1986: RCD Espanyol 2 - 1 Valencia CF

Ficha de partido

RCD Espanyol
RCD Espanyol
2 - 1
Valencia CF
Valencia CF

Equipos titulares

Timeline del partido

escudo local
Inicio del partido
0'
escudo visitante
Márquez
37'
Descanso
45'
Míchel Pineda
56'
Manuel Sánchez TorresWilmar Cabrera
64'
García PitarchJiménez
77'
MenchacaMíchel Pineda
81'
Javier Subirats (Pen.)
86'
Final del partido
90'

Estadio



Nombre: Sarriá
Aforo: 44.000 espectadores
Ubicación: Barcelona (Barcelona) 
Inauguración: 18/02/1923 (Demolido en 1997)

Rival: RCD Espanyol

Records vs RCD Espanyol

Máximo goleador: Mundo Suárez (21 goles)
Goleador rival: Prat (9 goles)
Mayor victoria: 4 - 0 (19.10.2003)
Mayor derrota: 0 - 7 (10.06.1928)
Más repetido: 2-1 (25 veces)

Crónica

Tarde agradable en Sarriá con unos tres cuartos de entrada en los graderíos. Tres millones y medio de recaudación. Campo irregular y con más de una calva. Ovación a la salida del Español y pitos para el Valencia. Se escucharon gritos de "A Segunda, a Segunda", dirigidos al cuadro che. También hubo traca prefallera al principio y al final del choque. Arias y Arabí, de capitanes. Fueron atendidos Job y Pineda por golpes fortuitos. El Español lanzó cinco saques de esquina por otros cinco el Valencia. Dirigió el encuentro Soriano Aladrén, del Colegio Castellano. Lo hizo mal. No mostró ninguna tarjeta amarilla. Aplicó mal la ley de la ventaja e interpretó, aún peor, el off-side, defectuosamente auxiliado por sus liniers. Levantó las iras del público al inhibirse de dos lances polémicos en el área valencianista (derribo a Job y posible mano de un defensa) para no dudar en castigar con penalty el derribo a Roberto que significaría el gol visitante.

Goles: Minuto 37 del primer tiempo. Combinación entre Job y Orejuela por la derecha del ataque españolista con centro de este último que Márquez envía a la red, anticipándose a la tardía salida del meta Sempere y haciendo gala de su tradicional oportunismo y visión de la jugada: 1-0. Minuto 11 de la segunda parte. Centro de Márquez al área que toca Orejuela dejando un balón de oro a Pineda que entra muy rápido y fusila de un gran remate: 2-0. Minuto 40. Pase en profundidad a Roberto, ligera protesta de fuera de juego por parte de la defensa blanquiazul y derribo de Job al jugador valencianista al que entra por la espalda. El árbitro señala penalty que Subirats transforma en gol con un gran trallazo: 2-1.

Un Valencia en crisis bajo la dirección técnica de Di Stéfano es como un libro abierto para cualquiera, o sea, el peor equipo que ha destilado por Barcelona en lo que va de Liga. De largo. Pese a ello, los che mantuvieron el tipo durante la primera media hora de juego justificando el deplorable primer tiempo del Español y, al final, hasta pusieron la nota de suspense, que tanto agrada a los blanquiazules, porque no hay últimos compases sin drama ante el portal de N'Kono. Para el Valencia no había otra salida en Sarriá que la de la rehabilitación y la esperanza por la vía del triunfo. Consciente de ello, Di Stéfano lanzó a su equipo a una táctica suicida consistente en un marmóreo bloque defensivo de cuatro hombres, una tupida red en la zona ancha de cinco peones y un solitario náufrago en punta, de nombre Wilmar Cabrera. Esta estrategia, fruto de la tradicional osadía y ambición de don Alfredo, propició un espectáculo monótono e insípido a lo largo y ancho de una primera parte digna del más rápido olvido. Porque entre que el Español no sabía y el Valencia no podía, imagínense ustedes el panorama. El público, que recibió cariñosamente a su equipo y lo alentó de principio a fin, se fue impacientando progresivamente por el mal juego y el festivalde imprecisiones en uno y otro equipo. Por no haber, no hubo ni la tradicional intervención mágica de N'Kono salvando el partido en frío, razón por la cual el defensa Job decidió retrasar el balón a su guardameta y dejárselo cortésmente a los pies de Wilmar Cabrera que tuvo en sus botas la gran oportunidad, pero precipitó el remate lanzando el balón fuera ante la rápida salida del guardameta blanquiazul.

A todo esto el Español daba la sensación de que podía hincar el diente en la cobertura che a poco que se lo propusiera. Giménez y Pineda tenían el santo de espaldas, y las oportunidades no fueron muchas, pero apareció el pié de Márquez con su típica picardía y se anticipó al beatífico Sempere abriendo el marcador en un momento psicológicamente clave. Tan clave que el Español pareció adormecerse y el Valencia ensayó dos remates con intención, preludio de una gran oportunidad de Giménez que se deshizo, más vale no explicar cómo, de su marcador, recortó a Sempere y cuando parecía haber hecho lo más difícil marró su disparo contra el cuerpo de un defensa sobre la misma línea de meta. Pudo ser el 2-0, pero al descanso se llegó con el solitario gol de Márquez.

La segunda parte comenzó con mejor tono porque Giménez hizo una genialidad por su banda y Pineda remató a la madera una jugada tempranera y arabesca que arrancó la primera ovación de los graderíos. El Español carburó más y mejor porque, a pesar de la disposición de los jugadores sobre el campo, la zona ancha era blanquiazul en base a un mejor sentido de la anticipación y un conato de pressing que casi siempre dirigía Lauridsen. El partido estaba entrando en una fase alegre para la parroquia españolista y, metidos en fiesta, no podía faltar el gol de Pineda, cuarto consecutivo que logra esta temporada en Sarriá.

Con el 2-0 todo pareció decidido y, mucho más, al comprobar cómo el Valencia adelantaba sus peones y colocaba una defensa en línea que hubiera hecho las delicias de cualquier equipo hábil y veloz en el contragolpe, conceptos reñidos con el fúbtol españolista desde hace siglos. El Español, eso sí, movió el balón con más ideas que su rival, dispuso de un Lauridsen idóneo para ordenar y serenar su juego en los momentos precisos y de un Soler muy entonado, que fue a más y trabajó de lo lindo por la banda izquierda. Parecía que aquello podía terminar en goleada y ocasiones realmente, no faltaron. A Job lo derribaron en un confuso barullo, donde más de uno vio la pena máxima, ignorada por el árbitro. Luego, una colada de Orejuela y una polémica mano que también pasó por alto Soriano Aladrén. Más tarde un balón que le cae a García Pitarch como enviado por el cielo sobre su pie izquierdo, pero el hombre tuvo piedad de sus ex-compañeros y la envió fuera. En fin, que entre la goleada y el suspense de los últimos minutos, el Español se inclinó por lo segundo y cuando Subirats transformó el penalty cometido por Job una corriente de desazón circuló por Sarriá.

En fin, que el suspense no pasó a mayores. Soriano, eso sí, no descontó ni un segundo porque bastante la había liado ya en Sarríá y Azkargorta y sus chicos pudieron reencontrarse con la victoria después de tres jornadas bastante aciagas en todos los aspectos. El público es feliz porque comienza a ver claro que en esta Liga ya casi resulta imposible sufrir, pero la imagen del equipo, su juego y sus altibajos continúan siendo materia de descontento en graderíos y hasta en el palco, donde cuentan que cada candidato a la poltrona blanquiazul tiene ya su receta mágica en forma de fichajes y refuerzos.