Ficha de partido: 29.01.1994: Atlético de Madrid 2 - 0 Valencia CF

Ficha de partido

At. Madrid
At. Madrid
2 - 0
Valencia CF
Valencia CF

Equipos titulares

Timeline del partido

escudo local
Inicio del partido
0'
escudo visitante
Pedro (Pen.)
4'
Juanito
20'
Fernando Giner
24'
Alberto Benito
31'
Descanso
45'
López
45'
Pizo Gómez
54'
Pizo Gómez
73'
Álvaro CerveraPep Serer
80'
Kosecki
82'
SolerLuis García
83'
Final del partido
90'

Estadio



Nombre: Vicente Calderón
Aforo: 54.851 espectadores
Ubicación: Madrid (Madrid) 
Inauguración: 02/10/1966

Rival: At. Madrid

Records vs At. Madrid

Máximo goleador: Mundo Suárez (16 goles)
Goleador rival: Luis Aragonés (12 goles)
Mayor victoria: 9 - 1 (13.09.1936)
Mayor derrota: 0 - 5 (10.11.1985)
Más repetido: 1-1 (22 veces)

Crónica

Dos equipos que siempre parten de la abundancia para llegar a la más absoluta miseria se citaron ayer con el fin de comparar penas, compartir sufrimientos y esperar tiempos mejores. El Atlético tuvo más fortuna, encontró un pequeño botín entre las ruinas y aplazó momentáneamente el estudio de los rivales que podrían corresponder en la promoción. Su rival sólo halló desgracia. Enanos de dos metros le crecen al Valencia, según su entrenador, Héctor Núñez. Ayer siguieron creciendo. Sólo un equipo matrimoniado con el infortunio puede perder un partido ante el Atlético por un penalti fabricado en la febril mente de un sujeto vestido con traje de árbitro y por un gol de ¡Pizo Gómez!. El surrealismo ayudó por una vez a la empresa de Gil y condenó de nuevo al Valencia.

El equipo de Héctor Núñez comenzó su enésimo descenso a los infiernos apenas a los cuatro minutos de juego. Kosecki, siempre tan acelerado, recibió un pase de ¡Pizo Gómez!, encaró el área y al sentir el aliento de Giner, se zambulló en el césped. El árbitro señaló el punto de penalti y Pedro colocó su cañón en posición de disparo. El Atlético, poco acostumbrado a convivir con la tranquilidad de una ventaja en el marcador, se dejó llevar por la inercia de la incompetencia del rival.

Romero sólo pudo presentar una formación de esforzados jornaleros. Bajar el balón al pasto, dirigir el tráfico desde el centro del campo o crear una jugada a base de más de tres toques era utópico. Largar patadones, buscar la estéril velocidad de Kosecki, convertir la zona central en tierra de nadie y esperar al contrincante eran los únicos recursos. Rudeza y primitivismo para contrarrestar las acometidas de un Valencia con horchata en las venas bastaron y condujeron al triunfo rojiblanco. El Valencia no reaccionó ante la adversidad. Se limitó a sobar el balón a base de toques cortos e inútiles. La profundidad no entró en su catálogo y la agresividad fue siempre una asignatura suspendida. No hubo fe, sólo resignación cristiana y escasez de recursos.

Ante un rival tan tosco como el Atlético, el Valencia intentó jugar a ritmo lento. El balón fue suyo pero esa posesión no le llevó a la riqueza. Sólo en algunas fases de la segunda parte hubo conato de rebelión en la dictadura del sopor. Mijatovic se acordó de sus buenos tiempos, engarzó un par de jugadas de mérito pero acabó fallando la ocasión más clara. Solo ante Diego, renunció al empate y culminó con su error la tragedia de su equipo. Poco después, el Atlético traspasó por vez primera en la segunda parte la línea del centro del campo y Pizo Gómez cabeceó el 2-0. Después, el Atlético volvió a encerrarse en su concha y López, tan duro como efectivo, siguió bastándose para imponer orden y evitar sufrimientos.